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sábado, 14 de febrero de 2015

#70

Sé de ti
por lo que anuncia el temblor sutil de tu lengua,
un lenguaje cálido que atraviesa mi lenguaje
y vuelve en locura a la misma demencia.
Eres mía
en esta estrecha apetencia de pieles
y desemboco en ti todo lo que el mundo convierte
en irremediable insumisión,
como una nube cargada de lluvia.
No es llover en ti,
es cuartear el espacio que nos separa
hasta hacerlo un nido único,
donde tu boca y la mía son la única escalera posible
y el amor un exilio de letras.
Somos mucho más que uno.

viernes, 30 de enero de 2015

#69

Fui ola de calor cuando hacía frío,
lechuga en sembrado de cañas,
colibrí que estafaba al claroscuro
en noches sin farolas,
flauta que grita en el desierto
sobre las mudas arenas,

y aun así la providencia
quiso apartarme de toda convocación:

Puso en mi mano un pincel de fina hebra
y conminó mi destino a escribir
sobre todas ellas,
almas afónicas y cotidianas.

domingo, 7 de diciembre de 2014

#66

El barquero quiso llevarle,
hasta esa mancha oceánica
de su piel cruda y deshojada.
Ella, le permitió probar el llanto
y su agridulce aliento a soledad.
El, le permitió matar el recuerdo
y convertirlo en leyenda.
No hay cima sin despeñadero
ni fuente donde una sabandija
encuentre tanta sangre potable,
como en la herida enamorada
de un corazón suicida.

sábado, 22 de noviembre de 2014

#65

No hay nada casual
en el idioma de los ojos,
recorre audaz un túnel de viento
y bombea la única verdad
de los deseos.

A fauces rotas
nadie levanta sonrisas,
pero con ella todo es distinto,
un tristealegre copo
de nieve inexplorada.

Del lenguaje de su falda
de casa a la escuela,
van piando gorriones
locos por sus giros.

Y es que tanta luz
de frágil mariposa
desarma al mismo cielo
desde el primer alba,
en su minúscula nota.

Yo amo a esa mujer
en el punto exacto de su boca
donde laxas son las horas
que el trabajo inventa,
siempre para no volvernos locos.

domingo, 26 de octubre de 2014

#63

Ahora ya no sé,
si lo que quiero decirte
te resulte anodino.

Si ensayo en el espejo
y te declino otro discurso
tan grotesco,
hablando de labios y de besos,
de los planetas de tu piel,
las rosas que adivino.

Ahora ya no sé,
si me olvido
de rimas y de salmos.

Si te invoco sin el verso
y te retorno
en mediúmnico trayecto,
desde este universo conocido
hasta tu ignoto cosmos.

Si te mando un mensajero
taciturno,
con este atroz sainete
como urgente telegrama,
mi beso sin membrete
y sin aliento.

Ahora ya no sé
si me quedo sin la voz
contarte lo que siento.

lunes, 23 de junio de 2014

Madre

Me prestan palabras,
que vienen a invitarte a que sonrías.

Solamente tú,
caminas triunfal por la certeza,
la verdad siempre vuela a tu regazo
al desgranar triunfos que fueron derrotas
como la belleza eterna que agrandó un tiempo
efímero robado por el paso de las horas.

Creo en ti
y no son actos de fe
el resto de creencias.

La dignidad del hombre,
que por el mismo hambre
murió mermada y digerida
con un cacillo de caldo de miseria.
La humildad tan virginal de la sabiduría
prostituida por la iletrada ironía
de los estériles soberbios.

Me prestan palabras
para hablar del amor a la grandeza,
de la infinita humanidad en tus gestos
que no serán talados ni siquiera
por el hacha infantil de mi insolencia.

viernes, 23 de mayo de 2014

#57

Tu silencio es el enjambre
que barre la mirada de júbilo,
y devuelve quietud a las raíces
bajo la lápida de mi boca.

lunes, 3 de febrero de 2014

#49

Le midieron todo,
sus ojos , sus manos
su nariz y su lengua,
sin embargo,
se fueron sumando los pasos
sin hablar de la belleza
de la risa, del tibio aceite
de su guiño,
ni del brillo de una gota de rocío
en su cabello castaño.
-     ¿Cuánto soy? – Les preguntó
mientras sonreía con el vuelo
de una bandada de pájaros.  
-     Muy poco  - le dijeron,
mientras cruzaban con indiferencia,
su puerta.

Estar loco, le daba la confianza
para escribir distinto y
tachar todo aquello que se extiende
y se multiplica.
Las matemáticas suicidan
los meses de invierno,
pero lo finito de su afinada pluma
nunca sucumbe,
a lo eterno.

Prefiere
quedarse recogiendo los colores
de la hierba a sumar los tallos
y oír sus tintineos a dividir estrellas.
El, sabe Amar lo que se le antoja
sin mirar el precio, ni se deslumbra
con esa marca de moda,
en la etiqueta.

Es otra hoja sencilla,
otra más
que resistió al otoño
luciendo en su árbol,
con la dignidad virgen
y el vuelo hambriento.

Mientras, las hojas,
las de ellos…
Seguirán siendo sumas,
sin  saber de ese otro frío
con que se escribe en Enero.

#46

Cualquier amanecer...

Veré un perro acercarse
con trozos de mi cuerpo
entre sus dientes,
y ojos de victoria.

Cualquier amanecer…

Te dejaré poemas
con olas llenas
de restos de plástico,
cadáveres anónimos
en orillas salvajes,
sin huellas

y te mandaré abrazos,
como gotas de fuego
en tormentas de invierno,
alimento asesino
de campos hambrientos,
sin consuelo.

Mi pasajera aventura
por este teatro de mudos,
es seguir cantándote
bajo los relámpagos
de mis cotidianas auroras.
Desafinándote versos,
amándote…
Efímeras tentaciones
que morirán sin remedio.

domingo, 2 de febrero de 2014

#43

He leído en tu mirada,
el paisaje
que devuelve
viento
a la quietud
de nuestras bocas;
y un antojo,
como piel de manzana
que invita
al primer mordisco.
[La Juventud…

Con lozano empeño
me pongo a la faena,
empezando a renovar
los estantes de mi pecho,
y a deshacerme de todo
lo caduco,
a regalar mi pasado
a quien nunca lo tuvo:

Toma este velero,
que aún su botella
conserva el olor del mar,
renace]

Ocupo cada repisa
con latidos amarillos
y una mesa de caricias
a la que regresar
hambrientos.

He leído en tu mirada
una sonrisa,
y yo,
te dibujo la mía
junto a los frutos rojos
de primavera,
con un poema.

Castidad

El piensa
que todo empieza, cuando acaricia una cintura
en el vaho del cristal, con la punta del silencio.

Cuando escucha un gemido que no es suyo
el último día gris, que guarda en el armario.

Cuando cumple con el amor para endurecer su alma,
como un soldado que goza matando sombras
y llora al pensar que puede morir sin su armadura.

Cree que empieza cuando nace un muerto
y al fin, la penitente carcajada
tras el trueno en los muelles de su cama
y el hambre de su boca en los pliegues de una colcha,
sin mancha de carmines ni cabellos.

Que solo amanece, cuando respira el olor
de la tierra preñada por su volátil esperma
y ha de regresar sin los riesgos del infarto
avivando pulsaciones en la savia yerma.

El no sabe que todo acaba… si,
por seguir vivo, sin la intuición, la intención,
de que el amor exista fuera del abrigo de su mano,
y no conozca, ese invisible fantasma
con hábitos de sacristía y alzacuellos.

sábado, 1 de febrero de 2014

Soneto al desengaño

Y ahora, rézale a tu ángel custodio, 
que no te queda un euro en la cartera
y no has vuelto a reír en primavera,  
pues su semilla de amor era de odio.

Creíste que su triunfo era ese podio
donde apoyar tus sueños en hilera
y sus versos ondeando la bandera,
tu poesía del épico episodio.

Votaste a Rajoy, ese innombrable,
que nos lanza promesas de mentira
con su cara de imbécil amigable.

Y ahora, que tu libertad expira
y su destrucción, algo memorable,

quítate ya la venda memo... !Y mira!

viernes, 31 de enero de 2014

Miradas de lapislázuli

Duele escribir de aquello
que no es capaz de mirar
el hombre que llora en verso,
sin un grito de esperanza
ni un color de futuro.

Un poema Azul,
olas de afligida lasitud
que no llegan a estrellarse
en la lengua salada.

Un corazón a la deriva
boga por la corriente que fluye
entre los extremos del trapecio,
con su proa de lápiz,
consuelo de quienes viven
aguas abajo.

Y unos ojos sin timón,
son dos piedras lanzadas
al mismo centro del delirio
en que gravita el alma.

Al fin y al cabo,
después del amor,
el recuerdo se hace carbón
cubierto con piel de abeto,
un sepulcro atrapado
entre corales,

y el náufrago…
siempre olvida que la voz,
es el trueno que duerme
bajo el mar de esas dos estrellas,
de lapislázuli.

jueves, 30 de enero de 2014

U.S. Route 66


Al oscurecer, se desnuda el viajero
en medio de un hierático camino,
y cobija su infinita soledad
al abrazo amigo de la almohada.

Un caracol alado, es el búho protector
de la brújula que enferma y desespera,
incapaz de perseguir a las estelas
de los mapas que dibujan sus pupilas.

Y es su almena bajo el cielo,
vencida como un ala de paloma
por la débil luz de las estrellas,
esa vieja caravana que le guía
tras las millas solares que le restan.

Y mientras en la noche las praderas
de hondo azul, renuevan la tristeza
con nocturnos roces en las ruedas,
a millones de yardas de su amor,
es mayor, este silencio, que su anhelo.

#42

No pretendo escribir
de grandes misterios
ni de secretos volcados
en una lágrima
o sobre un beso.

El pudor nunca me invitó
a su fiesta.

Es vano enmendar años enteros
incluso los bisiestos,
vistiendo los lunes de domingo
y echando palomitas a los cuervos.

Tengo que declarar
que soy descabezado de bandera,
que riego los tomates con cerveza
y cruzo los semáforos a ciegas.

No puedo definirte
mi modo de escribir en arrebatos,
mi forma de besar a las farolas
o el raro zumbido de sirena
que brota en mi gaznate trasnochado,
burlando con resaca las aceras.

Pon tu la tarifa para este pecado,
que sea injusta es lo de menos,
ni un suspiro de queja
sostendrá mi abrazo,
si permites mi asimétrica manera
sin cambiarme los zapatos,
ni el sombrero.

Y si me pides una arroba de amor,
ya es tuya,
y mil quintales más,
y diez mil los besos
en hilera de acero.

Acabo de editarme la ordenanza
de no volver a fallarte
en otra espera,
de azucarar cada duda
que en tu mirada florezca.

Encenderte una luz cenital
en la distancia
que nos deje atrapados,
el mismo instante,
en que su baile atemporal
sea ya el nuestro.

Aunque el afecto se venda
con una cifra,
absurda o inútil,
soy el mayor de los necios
por saber que su límite,
me saluda siempre
amarrado a tus vientos.

­- Gracias, Xisca -

jueves, 21 de junio de 2012

Caminantes previsibles

Siempre el mismo viaje, la misma lluvia
hacia la impostura tan común de los silvestres,
desandar el desamor.

Calzamos unas botas que pierden la memoria
y su compromiso con el único camino que conocen:
descarrilar y volver a pisar contracorriente,
retornar a las acequias y habitar navegando el tiempo
bajo un chaparrón que altera el aspecto de las cosas,
y sostienen una luciérnaga que cobije tanta soledad
gritando al borde del desagüe.

Botas que no saben pisar el mismo bosque
ni llevar destino alguno, ni acechar el aguacero
que nos cose las manos y los dientes
y nos duele tanto,
como cientos de alfileres en las suelas.

domingo, 1 de abril de 2012

La mujer que habita mi tejado

Esa mujer que habita en mi tejado
ya no quiere bajar las escaleras,
ni viene a por mi sal, ni a por mi harina.
Tal vez ni se haya percatado
de mi postrado amor y compromiso.

¿Qué puedo hacer ahora?
Si de noche, da su voz a las estrellas.
Si las cóncavas baldosas de mi piso
sueñan ser la ambición de sus pisadas
y un húmedo remanso a sus goteras.
Si no atraca su barco en mi escombrera
y en el límite azul de mis pestañas
ya no atrapo marineros ni gaviotas.

¿Qué puedo hacer ahora?
Si un crepúsculo se amarra a mi cintura
y me duele su cuerpo en la azotea.
Si su nombre se empaña en los cristales
y la dulzura se quiebra en esta espera.
Si se tiñe de verde la inocencia
y en cada malograda bienvenida,
otro ángel muere debajo de sus suelas.