sábado, 20 de noviembre de 2010

Solo me quedo...


Fue en ese año bisiesto, con los planetas cambiados,
cuando unos vientos de Marte, nos posó enfrentados.
Tú me miraste, sonriente y bella y me dijiste coqueta:
Vete a por flores, joyas y riquezas y luego ya regresas.
Yo volé, explorador que sueña fortunas, tan inocente…

Cayeron torrentes, que rugían lluvias por mi cabeza
y probé la dulzura, de las frescas aguas de sus bravuras.
Visité los sembrados cargados, con nenúfares mariposas
y me inundé de olores, que ya se me quedaron tatuados.
No, no pude segarle a los ríos sus flores tan bellas.
Solo me quedo con las fragancias…

Por suaves arenas de playas, en mares azulverdes y puros,
me guarde los sonidos de olas, de vientos y de gaviotas.
Dormitaban entre corales, los racimos de las uvas perlas.
Se encendió mi corazón cautivo de aquella blancura.
No, no pude arrebatarle a los mares sus níveas esferas.
Solo me quedo con los colores…

Atravesé las ardientes mesetas por las sabanas salvajes.
Dibujé con el polvo azul del desierto tu bella silueta.
En las simas oscuras brillaban, diamantes luciérnagas
que posaron en mi corazón tañidos y cantos en mi boca.
No, no pude extraerle a la tierra sus cristales sonoros.
Solo me quedo con las melodías…

Regresé después de mil años de buscarte tesoros.
Sonreía feliz al recitarte fragancias, colores y melodías.
Pero, rasgaste mis bolsillos,desgranaste mi enjuta maleta.
Ay amor… me mataste…cuando tan solo salió de tu boca:
¿Dónde dejaste las flores, los diamantes y las perlas?
Yo... me alejo entre sollozos. Tú…ni sientes…ni me amas...

Lobo estepario


Estoy cansado.
No puedo.
Me siento enfermo.
No noto tus latidos cercanos a mi pecho.
Te voy a confesar amor lo que yo siento.
Todo empezó cuando corrí a buscarte universos.

No pude agarrar mi corazón, ya se había caído.
Que fácil fue llenarme de polvo de caminos
y embarrar mis zapatos por lodazales angostos.
Salí decidido a regalarte planetas misteriosos,
pero aquel hambre voraz me dejo sin las manos.

Fue tan cruel, tan rápido, tan sin aviso.
Yo solo dejé de mirar, apenas un momento,
y se me cayó el corazón en el negro abismo.
Se perdió sin remedio, se llevó mis ojos.
Confundí mi sendero asfaltado y limpio.

Perdí los zapatos para entrar en tu casa.
Siento vergüenza de sentarme en tu mesa.
No quiero que notes mi ausencia de soles
y que me veas limpiándome las sucias manos
con los sudores torrentes que caen por mi sienes.
Ahora, estoy tan lleno de miserias,
tan pobre de ti, de tu alimento.

Me voy a sentar en la orilla, tengo frío.
Me quedé sin camisa al limpiarla en el rio.
No puedo seguir ya, aquí me quedo.
No puedo seguir.
No puedo.
Aquí me entierro...