sábado, 20 de noviembre de 2010

Lobo estepario


Estoy cansado.
No puedo.
Me siento enfermo.
No noto tus latidos cercanos a mi pecho.
Te voy a confesar amor lo que yo siento.
Todo empezó cuando corrí a buscarte universos.

No pude agarrar mi corazón, ya se había caído.
Que fácil fue llenarme de polvo de caminos
y embarrar mis zapatos por lodazales angostos.
Salí decidido a regalarte planetas misteriosos,
pero aquel hambre voraz me dejo sin las manos.

Fue tan cruel, tan rápido, tan sin aviso.
Yo solo dejé de mirar, apenas un momento,
y se me cayó el corazón en el negro abismo.
Se perdió sin remedio, se llevó mis ojos.
Confundí mi sendero asfaltado y limpio.

Perdí los zapatos para entrar en tu casa.
Siento vergüenza de sentarme en tu mesa.
No quiero que notes mi ausencia de soles
y que me veas limpiándome las sucias manos
con los sudores torrentes que caen por mi sienes.
Ahora, estoy tan lleno de miserias,
tan pobre de ti, de tu alimento.

Me voy a sentar en la orilla, tengo frío.
Me quedé sin camisa al limpiarla en el rio.
No puedo seguir ya, aquí me quedo.
No puedo seguir.
No puedo.
Aquí me entierro...

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