miércoles, 8 de junio de 2011

Intempestades


El tiempo,
reminiscencia azul.
Helado con sabor agridulce.
Tan quebradizo,
que no despeina el flequillo del niño,
rectilíneo sobre su ceja.

Un amarre
que estira la pupila inerte y fría
hacia la esquina vacía de una mesa.
Y nunca camina,
sigue disfrutando el mismo plato
que compartimos entonces
y hoy devoro en esta soledad
que te brindo en una lágrima.
El mismo color.
El mismo aroma.
Y una silla vacía.

Lloran los mismos recuerdos
y alguno más
que voy sumando en una arqueta,
preñando la memoria
con un duelo recóndito y privado.

Tan íntimo,
que jamás se me escapa
de esta cárcel de sueños
donde estoy sepultado.
Nunca me abandona,
se va colgando en las costillas
y me hacina con diamantes y con rocas.

Todo lo que fué y aquello que se quedó en deseo
sobre la visagra de tus ojos.
El tiempo hoy me vence
en una esquina con penumbra,
requisado en mi mirada intempesta.