jueves, 30 de enero de 2014

U.S. Route 66


Al oscurecer, se desnuda el viajero
en medio de un hierático camino,
y cobija su infinita soledad
al abrazo amigo de la almohada.

Un caracol alado, es el búho protector
de la brújula que enferma y desespera,
incapaz de perseguir a las estelas
de los mapas que dibujan sus pupilas.

Y es su almena bajo el cielo,
vencida como un ala de paloma
por la débil luz de las estrellas,
esa vieja caravana que le guía
tras las millas solares que le restan.

Y mientras en la noche las praderas
de hondo azul, renuevan la tristeza
con nocturnos roces en las ruedas,
a millones de yardas de su amor,
es mayor, este silencio, que su anhelo.

#42

No pretendo escribir
de grandes misterios
ni de secretos volcados
en una lágrima
o sobre un beso.

El pudor nunca me invitó
a su fiesta.

Es vano enmendar años enteros
incluso los bisiestos,
vistiendo los lunes de domingo
y echando palomitas a los cuervos.

Tengo que declarar
que soy descabezado de bandera,
que riego los tomates con cerveza
y cruzo los semáforos a ciegas.

No puedo definirte
mi modo de escribir en arrebatos,
mi forma de besar a las farolas
o el raro zumbido de sirena
que brota en mi gaznate trasnochado,
burlando con resaca las aceras.

Pon tu la tarifa para este pecado,
que sea injusta es lo de menos,
ni un suspiro de queja
sostendrá mi abrazo,
si permites mi asimétrica manera
sin cambiarme los zapatos,
ni el sombrero.

Y si me pides una arroba de amor,
ya es tuya,
y mil quintales más,
y diez mil los besos
en hilera de acero.

Acabo de editarme la ordenanza
de no volver a fallarte
en otra espera,
de azucarar cada duda
que en tu mirada florezca.

Encenderte una luz cenital
en la distancia
que nos deje atrapados,
el mismo instante,
en que su baile atemporal
sea ya el nuestro.

Aunque el afecto se venda
con una cifra,
absurda o inútil,
soy el mayor de los necios
por saber que su límite,
me saluda siempre
amarrado a tus vientos.

­- Gracias, Xisca -