Lunes,
un hemisferio alejado de mi olivo,
y en mis zapatos, las cicatrices
barrenan esta ciudad con rieles,
me pregunto una y mil veces
qué hacen dibujando mapas
mientras la niebla,
nos va esculpiendo el camino.
Buscaré para ti al culpable
que nos robó las raices,
y secó la hierbas del paraje exacto
donde elegimos sentarnos.
Lunes,
y el poema desgarrado
tras un domingo de inicio.
Se marchita este otoño
en la astuta resurrección
que invoca nuevas troneras.
Lunes,
que propaga el gas silencio
desnudando al ser humano
sin etiqueta ni precio.
Se termina el tiempo de laureles
a los que fuimos juglares.
Lunes, y alguien,
ha disecado ese ejemplar de esclavo
que tanto se parece a mi
y lo ha colgado en un despacho
como trofeo de quien recuenta
las almas muertas en un tsunami.
Lunes, y me pregunto,
por la vocación de los seres humanos
que olvidan calarse de ternura
antes de salir de sus casas,
pero afinan con ladridos
y nos gruñen villancicos
como ofrendas del invierno.
martes, 27 de diciembre de 2011
viernes, 2 de diciembre de 2011
Reminiscencia azul
Si vienes deshojando mis bolsillos
como viertes tu perfume por la brisa,
con ese paso lento,
de quien trata de avivar algún paisaje
escondido en caminos primigenios,
yo dejaré que mi café te abra la puerta
por traer el azul de mis recuerdos.
Si puedes guardar en un hueco de mi casa
las cabriolas ambarinas de sus trenzas.
Si puedes convertir a este hombre en niño,
y revives el beso en la inocencia,
yo querré que te poses en mi frente
y te asomes al trasluz de mis ideas.
Y si me puedes explicar con breves labios,
cómo fue, que las hélices de sus cabellos
no se marchitaron en un ramo de amapolas
y a diario, te sigue preguntando
por su príncipe valiente y temerario.
Entonces, azul reminiscencia,
te aguardo en mi sofá todas las tardes.
como viertes tu perfume por la brisa,
con ese paso lento,
de quien trata de avivar algún paisaje
escondido en caminos primigenios,
yo dejaré que mi café te abra la puerta
por traer el azul de mis recuerdos.
Si puedes guardar en un hueco de mi casa
las cabriolas ambarinas de sus trenzas.
Si puedes convertir a este hombre en niño,
y revives el beso en la inocencia,
yo querré que te poses en mi frente
y te asomes al trasluz de mis ideas.
Y si me puedes explicar con breves labios,
cómo fue, que las hélices de sus cabellos
no se marchitaron en un ramo de amapolas
y a diario, te sigue preguntando
por su príncipe valiente y temerario.
Entonces, azul reminiscencia,
te aguardo en mi sofá todas las tardes.
viernes, 25 de noviembre de 2011
Adviento
Espero que este adviento despeje la niebla,
al refugio de la silla que aún conserva tu textura
de los días templados.
Que la dominical lluvia vierta su penitencia
y me condene a rezarte cada día,
a apaciguar tus pies cansados,
a remar mientras duermes,
y a apagar tu luna para velarte
bajo el candil de mis estrellas.
Que me secuestre el invierno
si no evito la muralla entre coraza y silencio
y no comulgue a diario, sentado en la sacristía
de tu sonrisa.
Foto de :Saul Landell
al refugio de la silla que aún conserva tu textura
de los días templados.
Que la dominical lluvia vierta su penitencia
y me condene a rezarte cada día,
a apaciguar tus pies cansados,
a remar mientras duermes,
y a apagar tu luna para velarte
bajo el candil de mis estrellas.
Que me secuestre el invierno
si no evito la muralla entre coraza y silencio
y no comulgue a diario, sentado en la sacristía
de tu sonrisa.
Foto de :Saul Landell
lunes, 21 de noviembre de 2011
Irremediables distancias
Admitamos el yugo de la orfandad,
y permitamos que la mar se frene en tus pulmones,
que no libere tempestades en mis manos inquietas.
Tres milímetros más en este juego de halcones
y se encharcarán de vértigo mis zapatos
en el delta extremo y llano
donde siembras ascuas con figuras marinas.
La locura no se escapa de mi cercado, ya lo sabes,
pero crece en tus frutales, en cuya genealogía
nadie alcanzó raíces, ni supo blasfemar
al otoñal silencio, la caída de sus hojas.
Me has encontrado
y mis pétalos se ven libres de la nieve,
en una espiral con el sabor de iniciáticas almendras
y hallas, sin vanidades,
la humanas formas de mi ocaso.
Rezumas el hedor de la savia indomable,
y de todos los torsos heridos por el látigo.
No se ha de juntar el maná
con nuestras táctiles voracidades;
- Pongo en tus manos el secreto de mi boca,
mi lluvia de letargos, la única voz que nadie escucha,
mi cuerpo entero y mi esquiva esperanza.
Nuestra locura, pende de este hilo que sostiene
a la débil mirada de dos bocas.
y permitamos que la mar se frene en tus pulmones,
que no libere tempestades en mis manos inquietas.
Tres milímetros más en este juego de halcones
y se encharcarán de vértigo mis zapatos
en el delta extremo y llano
donde siembras ascuas con figuras marinas.
La locura no se escapa de mi cercado, ya lo sabes,
pero crece en tus frutales, en cuya genealogía
nadie alcanzó raíces, ni supo blasfemar
al otoñal silencio, la caída de sus hojas.
Me has encontrado
y mis pétalos se ven libres de la nieve,
en una espiral con el sabor de iniciáticas almendras
y hallas, sin vanidades,
la humanas formas de mi ocaso.
Rezumas el hedor de la savia indomable,
y de todos los torsos heridos por el látigo.
No se ha de juntar el maná
con nuestras táctiles voracidades;
- Pongo en tus manos el secreto de mi boca,
mi lluvia de letargos, la única voz que nadie escucha,
mi cuerpo entero y mi esquiva esperanza.
Nuestra locura, pende de este hilo que sostiene
a la débil mirada de dos bocas.
martes, 15 de noviembre de 2011
Tránsito del desarraigo
Nómadas del azúcar y la sal;
tripas cerradas a cal y canto
que buscan un nuevo siglo
donde mendigar la carroña,
de los hombres buenos.
Irán al desencuentro
de todo aquello que descansa,
en lo inmóvil.
No pisarán los cementerios
de neuronas invidentes,
y sesgadas a guillotina.
Ni sabrán de realidades
envueltas con lazos azules,
y en retráctiles racimos.
Pero allí,
donde algún doliente cosmos
se acurruque, allí mismo,
descansarán ellos.
Son trashumantes,
mean, se alivian y comen al fresco,
impúdicos para las miradas pías.
Siempre fueron,
para los bobos de la rutina,
-Clasificados X-
alevosos y diurnos.
Su cátedra es tan miserable
como la de una pupila tuerta
que se cree visionaria.
Cercenan el duelo a tu lado
con su boca de cordura,
y viven del entierro
de tus miedos.
Se conforman,
con el salitre vacío
del fondo de tu copa,
y nunca habrá un abandono
en mi trono para pobres,
al raso de tu cocina.
tripas cerradas a cal y canto
que buscan un nuevo siglo
donde mendigar la carroña,
de los hombres buenos.
Irán al desencuentro
de todo aquello que descansa,
en lo inmóvil.
No pisarán los cementerios
de neuronas invidentes,
y sesgadas a guillotina.
Ni sabrán de realidades
envueltas con lazos azules,
y en retráctiles racimos.
Pero allí,
donde algún doliente cosmos
se acurruque, allí mismo,
descansarán ellos.
Son trashumantes,
mean, se alivian y comen al fresco,
impúdicos para las miradas pías.
Siempre fueron,
para los bobos de la rutina,
-Clasificados X-
alevosos y diurnos.
Su cátedra es tan miserable
como la de una pupila tuerta
que se cree visionaria.
Cercenan el duelo a tu lado
con su boca de cordura,
y viven del entierro
de tus miedos.
Se conforman,
con el salitre vacío
del fondo de tu copa,
y nunca habrá un abandono
en mi trono para pobres,
al raso de tu cocina.
lunes, 14 de noviembre de 2011
Pequeñas y silenciosas grietas
Se han callado las heridas.
Recogeré todo aquello que olvidamos
entre las ropas esparcidas por la casa,
y mi corazón, haragán y descosido
como un botón de adolescente,
se librará del olvido,
huyendo de tu crater.
Este silencio me ha de cubrir,
como la niebla tapa el grito
caído al fondo de una sima.
Este silencio cerrará la gruta,
desdentada y muda,
donde viven los cuervos de tus sienes.
Ahora que el rumor se me apaga,
ya no recordarás mi mirada,
nos quedaremos desnudos
y enterrarás mi paisaje en tus oquedades.
Recogeré todo aquello que olvidamos
entre las ropas esparcidas por la casa,
y mi corazón, haragán y descosido
como un botón de adolescente,
se librará del olvido,
huyendo de tu crater.
Este silencio me ha de cubrir,
como la niebla tapa el grito
caído al fondo de una sima.
Este silencio cerrará la gruta,
desdentada y muda,
donde viven los cuervos de tus sienes.
Ahora que el rumor se me apaga,
ya no recordarás mi mirada,
nos quedaremos desnudos
y enterrarás mi paisaje en tus oquedades.
jueves, 3 de noviembre de 2011
Recuerdo el frío
Arboles y arenas.
La mar muerde tu miedo,
recuerdo el frío,
y la nieve sobre algas,
deshielo de una lagrima
que se hizo caminante.
Presiento tu camisa
en un pliegue del albero,
medio enterrada,
a salvo de peces y de espuma.
¿Que sería de nosotros
si nos hacemos jirones
bajo las olas?
El cielo muerde tu vértigo,
recuerdo el frío,
y mi corteza con post-it,
repleto de plegarias
que me invadieron las ramas.
Presiento tu afonía
mendigando absoluciones,
medio curvada,
buscando más papeles amarillos.
¿Que sería de nosotros
si nos vendemos al sueño
por encima de los tallos?
Ni barcos ni nubes.
La mar muerde tu miedo,
recuerdo el frío,
y la nieve sobre algas,
deshielo de una lagrima
que se hizo caminante.
Presiento tu camisa
en un pliegue del albero,
medio enterrada,
a salvo de peces y de espuma.
¿Que sería de nosotros
si nos hacemos jirones
bajo las olas?
El cielo muerde tu vértigo,
recuerdo el frío,
y mi corteza con post-it,
repleto de plegarias
que me invadieron las ramas.
Presiento tu afonía
mendigando absoluciones,
medio curvada,
buscando más papeles amarillos.
¿Que sería de nosotros
si nos vendemos al sueño
por encima de los tallos?
Ni barcos ni nubes.
jueves, 27 de octubre de 2011
Habana Vieja
El resto de las urbes
me parecen ahora bosques podridos;
cobijo de elegantes larvas
que sueñan con gotas de rocío,
en sus atestados enjambres
de diamantes ahumados.
Pero tú,
aun seguirás brillando
después de mis funerales.
Cambiaste la modestia por pinceles
y dibujas tus fachadas con mariposas.
Tu piel si que luce
-tatuada-
con sus coloridos cascotes
y trovadores de sones.
A tus hijos,
el azar no les naufraga
en insípidos callejones
de grises luminarias.
Son los últimos caínes
que se quedaron sin dios
para librarse del resto de mendigos
y seguirán siendo bellos y altivos
con la faz quebrada.
Retrato tu grandeza
y mientras tomo tu mano
siento sangrar tu aliento,
-y sigues posando vanidosa-
sin desfigurar la sonrisa.
Amo tus cálidas estaciones
que olvidan el brutal estigma
que te concedió la historia.
Se estrechan los ríos
en cuencas de pedregales
y no sé de bocas,
que se mueran de frío
en este laberinto.
No pueden ofenderte,
los que maquillan las ruinas,
-de los que ayunan y sueñan-
ni las manos con racimos
de ayuda tan inservible.
Amparas a los exilados
que enzarzan margaritas
en sandalias de pies morenos,
a los que no gastan relojes ni premura,
y a aquellos que regalan el tiempo
mientras se hospedan en tus brazos.
Ilustración: "La Habana Vieja". Óleo sobre lienzo de Tomás Castaño
me parecen ahora bosques podridos;
cobijo de elegantes larvas
que sueñan con gotas de rocío,
en sus atestados enjambres
de diamantes ahumados.
Pero tú,
aun seguirás brillando
después de mis funerales.
Cambiaste la modestia por pinceles
y dibujas tus fachadas con mariposas.
Tu piel si que luce
-tatuada-
con sus coloridos cascotes
y trovadores de sones.
A tus hijos,
el azar no les naufraga
en insípidos callejones
de grises luminarias.
Son los últimos caínes
que se quedaron sin dios
para librarse del resto de mendigos
y seguirán siendo bellos y altivos
con la faz quebrada.
Retrato tu grandeza
y mientras tomo tu mano
siento sangrar tu aliento,
-y sigues posando vanidosa-
sin desfigurar la sonrisa.
Amo tus cálidas estaciones
que olvidan el brutal estigma
que te concedió la historia.
Se estrechan los ríos
en cuencas de pedregales
y no sé de bocas,
que se mueran de frío
en este laberinto.
No pueden ofenderte,
los que maquillan las ruinas,
-de los que ayunan y sueñan-
ni las manos con racimos
de ayuda tan inservible.
Amparas a los exilados
que enzarzan margaritas
en sandalias de pies morenos,
a los que no gastan relojes ni premura,
y a aquellos que regalan el tiempo
mientras se hospedan en tus brazos.
Ilustración: "La Habana Vieja". Óleo sobre lienzo de Tomás Castaño
miércoles, 19 de octubre de 2011
Lobo urbano
Aún queda pasar esta noche,
sobrevivir al filo de su espada,
en la ciudad que se retuerce
cubierta por una capa negra
de lentejuelas.
Será esta, la última
que me disfrazo de lobo,
de ir calado hasta los huesos
con las lagrimas azules de la luna.
Y será el concluyente festin
de las voraces rapaces.
Los buitres dejarán de hacer graneros
en mi pecho,
vivirán del recuerdo de mi entraña
húmeda y jugosa,
bajo pulmones opacos de obsidiana.
Todos los balcones
saciarán sus flores con mi esperma.
Beberé las estrellas y los planetas,
barra libre de locos y de poetas.
Mañana no recordaré
si mis lamentos fueron a refugiarse
a la jaula más oscura de tus senos,
o se ahogaron con un lazo,
o se hicieron arco iris,
con el desteñido envoltorio de algún regalo
que me dejé olvidado en un banco.
Mañana,
en cualquier ciudad que habites,
buscaré las esquinas donde vacías el alma
para restregar mi piel y perfumarme
con tu esencia de lo humano,
y volveré a perderte los regalos
si me descuido cazando
con mi jauría de versos
a tus gentiles palomas.
sobrevivir al filo de su espada,
en la ciudad que se retuerce
cubierta por una capa negra
de lentejuelas.
Será esta, la última
que me disfrazo de lobo,
de ir calado hasta los huesos
con las lagrimas azules de la luna.
Y será el concluyente festin
de las voraces rapaces.
Los buitres dejarán de hacer graneros
en mi pecho,
vivirán del recuerdo de mi entraña
húmeda y jugosa,
bajo pulmones opacos de obsidiana.
Todos los balcones
saciarán sus flores con mi esperma.
Beberé las estrellas y los planetas,
barra libre de locos y de poetas.
Mañana no recordaré
si mis lamentos fueron a refugiarse
a la jaula más oscura de tus senos,
o se ahogaron con un lazo,
o se hicieron arco iris,
con el desteñido envoltorio de algún regalo
que me dejé olvidado en un banco.
Mañana,
en cualquier ciudad que habites,
buscaré las esquinas donde vacías el alma
para restregar mi piel y perfumarme
con tu esencia de lo humano,
y volveré a perderte los regalos
si me descuido cazando
con mi jauría de versos
a tus gentiles palomas.
miércoles, 5 de octubre de 2011
Sueños y raices
Es solo polvo,
no sabe de preocupaciones
este cuerpo sin alas
y aunque a mis sueños
no les guste escarbar por sus arrugas,
debo recordarles que las grandes mentiras
suelen morir jóvenes, sobre papeles mojados,
se abrazan detrás de alguna esquina
para intentar perdurar a la memoria.
Y aunque mis horas ya no se vistan
con los meses de mayo;
al igual que aquellas raices
-sin manuales de siembra -
que tu me injertaste en la despedida,
mis sueños,
son expresiones vivas de lo vivo,
tímidas confesiones , entre ecuaciones
y matemáticas que florecen despacio,
y nos dejan una pequeña cepa,
quizás algo mayor que tu sonrisa,
sobre la palma de lo eterno.
no sabe de preocupaciones
este cuerpo sin alas
y aunque a mis sueños
no les guste escarbar por sus arrugas,
debo recordarles que las grandes mentiras
suelen morir jóvenes, sobre papeles mojados,
se abrazan detrás de alguna esquina
para intentar perdurar a la memoria.
Y aunque mis horas ya no se vistan
con los meses de mayo;
al igual que aquellas raices
-sin manuales de siembra -
que tu me injertaste en la despedida,
mis sueños,
son expresiones vivas de lo vivo,
tímidas confesiones , entre ecuaciones
y matemáticas que florecen despacio,
y nos dejan una pequeña cepa,
quizás algo mayor que tu sonrisa,
sobre la palma de lo eterno.
lunes, 3 de octubre de 2011
Nunca fuiste niña
Cuando te me acercas, entre hierba y semilla,
mi mano recoge aquello que se cae sin peso
sobre mis hombros, y de nuevo me recuerdas,
que nunca fuiste niña.
Porque aprendiste a domar a los dragones
al tiempo que el amanecer dejó de recibirte
con otro nuevo cuento de bienvenida.
Nunca fuiste niña
porque no supieron eclosionar
tus abrazos en mariposas,
ni empañaste con cercos de chocolate
las inmaculadas mejillas de silicona
al resto de hembras de tu camada.
El destino no te hizo bailarina, ni enfermera,
te hicieron feligresa de pequeños dioses cautivos.
Plusmarquistas en sus acristaladas celdas
de algún piso treinta y seis, sala tercera,
luciendo jubilosa, el laurel en sus cabezas
si proclaman la ejecución de nuevos reos.
Descubriste en las miradas de los adultos
sus profundos lagos de cobalto
y olvidaste dar el tributo a las aceras
corriendo detrás de una muñeca.
Te enseñaron que los dientes del diablo
crecen en los valles con abscisas
y supiste evitar su mordedura
disfrazada de billete de ida y vuelta.
Solo te besaron con los aranceles
de una orquesta hueca y sin corcheas
guardada en alguna caja de zapatos.
Y solo te acunaron
los perfectos epitafios de tus libros
destronados cada Junio, al salir del internado.
mi mano recoge aquello que se cae sin peso
sobre mis hombros, y de nuevo me recuerdas,
que nunca fuiste niña.
Porque aprendiste a domar a los dragones
al tiempo que el amanecer dejó de recibirte
con otro nuevo cuento de bienvenida.
Nunca fuiste niña
porque no supieron eclosionar
tus abrazos en mariposas,
ni empañaste con cercos de chocolate
las inmaculadas mejillas de silicona
al resto de hembras de tu camada.
El destino no te hizo bailarina, ni enfermera,
te hicieron feligresa de pequeños dioses cautivos.
Plusmarquistas en sus acristaladas celdas
de algún piso treinta y seis, sala tercera,
luciendo jubilosa, el laurel en sus cabezas
si proclaman la ejecución de nuevos reos.
Descubriste en las miradas de los adultos
sus profundos lagos de cobalto
y olvidaste dar el tributo a las aceras
corriendo detrás de una muñeca.
Te enseñaron que los dientes del diablo
crecen en los valles con abscisas
y supiste evitar su mordedura
disfrazada de billete de ida y vuelta.
Solo te besaron con los aranceles
de una orquesta hueca y sin corcheas
guardada en alguna caja de zapatos.
Y solo te acunaron
los perfectos epitafios de tus libros
destronados cada Junio, al salir del internado.
martes, 27 de septiembre de 2011
Declaraciones
Hoy el poeta,
se aceptó hiedra y verdín,
cascada de palabras
que sueña con almenas.
Fué el ojo que se arroja
en el fondo de la mano
cosida a una margarita,
deshojada.
Y muerde con sigilo,
la respuesta estéril y vacía.
Llanto sin lluvia, ruido seco.
La matanza del verbo,
en la garganta herida
por un endeble suspiro.
Amontona latidos
en manos unidas como eco y ovillo.
Madreselvas que ocultan el musgo
y sus guijarros.
Hay un grito preciso,
para devolver su nombre
a cada una de las flores,
con versos que riegan
un plato sin sustento.
Amputada la voz
ya no queda alegato.
En su destierro
mutila las rimas con aullidos.
Hoy sólo perduran,
las sombras de las siluetas
que parecen amantes
tras alisados visillos.
se aceptó hiedra y verdín,
cascada de palabras
que sueña con almenas.
Fué el ojo que se arroja
en el fondo de la mano
cosida a una margarita,
deshojada.
Y muerde con sigilo,
la respuesta estéril y vacía.
Llanto sin lluvia, ruido seco.
La matanza del verbo,
en la garganta herida
por un endeble suspiro.
Amontona latidos
en manos unidas como eco y ovillo.
Madreselvas que ocultan el musgo
y sus guijarros.
Hay un grito preciso,
para devolver su nombre
a cada una de las flores,
con versos que riegan
un plato sin sustento.
Amputada la voz
ya no queda alegato.
En su destierro
mutila las rimas con aullidos.
Hoy sólo perduran,
las sombras de las siluetas
que parecen amantes
tras alisados visillos.
jueves, 22 de septiembre de 2011
Te respondo un claroscuro
No somos iguales
querido poeta.
Te niego mis males
y recitas rabietas
con rima asonante.
Vaya por delante,
que este blanco folio,
ni es rima olvidada
ni verso sin letras.
Es
mugre encalada.
Ave maquillada
para ser paloma
muerta y disecada,
tras ser abatida
por una neurona.
Es como la gasa
que encubre impureza,
la falsa blancura.
Ceniza en la brasa,
la nívea belleza
que oculta negrura.
Lo que fue enterrado,
mudo y maniatado.
Sábanas con sombras,
un viejo demonio,
bajo mis alfombras.
Este folio en blanco
es mi propia esencia.
Llevo mi conciencia
blindada en un banco.
Un grito en papel
que deporto lejos,
más allá de tu piel,
y de mis huesos.
querido poeta.
Te niego mis males
y recitas rabietas
con rima asonante.
Vaya por delante,
que este blanco folio,
ni es rima olvidada
ni verso sin letras.
Es
mugre encalada.
Ave maquillada
para ser paloma
muerta y disecada,
tras ser abatida
por una neurona.
Es como la gasa
que encubre impureza,
la falsa blancura.
Ceniza en la brasa,
la nívea belleza
que oculta negrura.
Lo que fue enterrado,
mudo y maniatado.
Sábanas con sombras,
un viejo demonio,
bajo mis alfombras.
Este folio en blanco
es mi propia esencia.
Llevo mi conciencia
blindada en un banco.
Un grito en papel
que deporto lejos,
más allá de tu piel,
y de mis huesos.
AMEN
martes, 20 de septiembre de 2011
Tímido Otoño
Este martes de espera,
soy el unicornio caído
en un cáliz de hojarasca.
Con los primeros fríos,
la timidez del otoño
mengua el verdor del músculo.
Han crecido las pupilas
al cobijo de tus labios.
Mi acequia se viste con velos,
para despojar a los gorriones,
del encharcado alimento
al fondo de sus cauces.
Eres quien me enseña,
que los hielos curan
la tibieza de una huella herida.
Que tus pies de barro,
libran a la mar
de sus vástagos enfermos.
Hoy se cubren de estatuas,
como estrellas muertas,
las doradas cordilleras.
Decorativas figuras,
de otoñocelana china,
tan frágiles y yermas.
Tiemblan la manos,
mientras inmóviles,
las margaritas hibernan
y no puedo preguntarlas
ni devolver a las miradas
la respuesta que esperan.
Este martes, casi Otoño,
delante de tu holograma
quiero ser brisa y verbo
y me pinto con sonrisas
bobaliconas, amarradas
a las praderas que amas.
Este tímido otoño,
destierro mis labios
a una primavera
que los deshiele,
con el certero calor
de su castigo de soles
soy el unicornio caído
en un cáliz de hojarasca.
Con los primeros fríos,
la timidez del otoño
mengua el verdor del músculo.
Han crecido las pupilas
al cobijo de tus labios.
Mi acequia se viste con velos,
para despojar a los gorriones,
del encharcado alimento
al fondo de sus cauces.
Eres quien me enseña,
que los hielos curan
la tibieza de una huella herida.
Que tus pies de barro,
libran a la mar
de sus vástagos enfermos.
Hoy se cubren de estatuas,
como estrellas muertas,
las doradas cordilleras.
Decorativas figuras,
de otoñocelana china,
tan frágiles y yermas.
Tiemblan la manos,
mientras inmóviles,
las margaritas hibernan
y no puedo preguntarlas
ni devolver a las miradas
la respuesta que esperan.
Este martes, casi Otoño,
delante de tu holograma
quiero ser brisa y verbo
y me pinto con sonrisas
bobaliconas, amarradas
a las praderas que amas.
Este tímido otoño,
destierro mis labios
a una primavera
que los deshiele,
con el certero calor
de su castigo de soles
jueves, 15 de septiembre de 2011
Escribo, entre otras estupideces.
Soy tan estúpido,
que trasnocho en tu falda,
mientras te aliso los pliegues
con el valle de una botella.
Tan estúpido en la madrugada,
que nazco sembrando el duelo
entre lirios y claveles
y te velo en una cesta,
embalsamada,
con las vendas violadas
por tu tinta.
Estúpido,
las otras madrugadas,
las de los otros,
las de salivas cosidas
en los rostros empeñados
en abortar mis poemas
y siempre, me renacen cadáveres
sobre las vacías palmas.
Estúpido
Mientras peino mi garganta
con soda y ginebra
y maquillo el sudor de tu mueca.
Y sonrío estúpido
cuando me arranco las manos
con el manojo de llaves,
que no sabrán liberar
las aves de tu cabeza
ni las grietas de mi pecho.
Estúpido,
Y sordo y mudo y ciego,
sigo amandote con versos.
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Nobleza obliga
El duelo que trae la tarde,
enfría el vertical linaje
de mis venas
y empuña su piel sumisa,
en el mismo alfanje
con que mueren mis reliquias.
- Nobleza obliga, Señoría.
Me dice un eco cargado con hollines.
Yo,
vomitaría los manantiales del cuerpo
para llenarlos de estepa,
pero no sabe humillarse
mi coaccionada nobleza.
Nobleza vieja:
Líbrame de los cienos ocultos
bajo el cráter de mi taza,
de sus opacos terrones
bañados en tus pupilas.
Mas ven con cautela,
que se resbalan silencios
con la pródiga añoranza.
Ocúltame,
de la entornada ventana
que lanza huellas cansadas
y de empañados cristales,
con los carmines de un beso
que no fué dado.
Nobleza erecta:
Desgárrame en harapos de domingo;
desdibújame en tu cuadro
de tulipanes y fresas.
Nobleza enferma:
La alfombra en que nos posamos,
debajo de sus miserias,
solo secuestra cenizas.
enfría el vertical linaje
de mis venas
y empuña su piel sumisa,
en el mismo alfanje
con que mueren mis reliquias.
- Nobleza obliga, Señoría.
Me dice un eco cargado con hollines.
Yo,
vomitaría los manantiales del cuerpo
para llenarlos de estepa,
pero no sabe humillarse
mi coaccionada nobleza.
Nobleza vieja:
Líbrame de los cienos ocultos
bajo el cráter de mi taza,
de sus opacos terrones
bañados en tus pupilas.
Mas ven con cautela,
que se resbalan silencios
con la pródiga añoranza.
Ocúltame,
de la entornada ventana
que lanza huellas cansadas
y de empañados cristales,
con los carmines de un beso
que no fué dado.
Nobleza erecta:
Desgárrame en harapos de domingo;
desdibújame en tu cuadro
de tulipanes y fresas.
Nobleza enferma:
La alfombra en que nos posamos,
debajo de sus miserias,
solo secuestra cenizas.
(...Para la princesa...)
miércoles, 31 de agosto de 2011
De los milagros sencillos
No quisiera
que me entendieras mal,
no te hablo de desganas ni de faltas.
Te amé, y aún después,
se que quedarás con mi mano
cosida al extremo de un relámpago.
Pero mi voz,
atleta corista
del espejo donde respiras,
no busca atesorar tu cuerpo
con hambruna,
ni que escuches a gritos
cada vuelo de unicornio.
Me bastó siempre
tu poema,
apoyado en mi almohada
de soldado.
El único mío.
Debes saber,
que has abandonado los misterios
y sin saber de mí, insistes
en venderme al peso
tus jirones y riquezas.
Yo nunca lanzaré una red
que capture a todas las estrellas
y exhiba en su barriga
las lóbregas y bellas.
Nunca
te pediré ser la mar bajo mis ojos,
ni ser tu marinero.
Nunca
envolveré tus vísceras con papeles de estraza,
ni seré tu carnicero.
Devuelve el sencillo milagro
al señero trovador
y dile a tu beso,
irreprochablemente extenso,
que se cobije en la arena de su boca
como si fuera el único de todos.
El único mío.
que me entendieras mal,
no te hablo de desganas ni de faltas.
Te amé, y aún después,
se que quedarás con mi mano
cosida al extremo de un relámpago.
Pero mi voz,
atleta corista
del espejo donde respiras,
no busca atesorar tu cuerpo
con hambruna,
ni que escuches a gritos
cada vuelo de unicornio.
Me bastó siempre
tu poema,
apoyado en mi almohada
de soldado.
El único mío.
Debes saber,
que has abandonado los misterios
y sin saber de mí, insistes
en venderme al peso
tus jirones y riquezas.
Yo nunca lanzaré una red
que capture a todas las estrellas
y exhiba en su barriga
las lóbregas y bellas.
Nunca
te pediré ser la mar bajo mis ojos,
ni ser tu marinero.
Nunca
envolveré tus vísceras con papeles de estraza,
ni seré tu carnicero.
Devuelve el sencillo milagro
al señero trovador
y dile a tu beso,
irreprochablemente extenso,
que se cobije en la arena de su boca
como si fuera el único de todos.
El único mío.
sábado, 20 de agosto de 2011
Estival premura
La prisa,
es la sequedad de un vaso
con su ceguera de insomnios.
El naufragio a tu encuentro
posado en un anillo de saturno
que aún retiene el invierno.
La mano que se hizo torpe
y traza un burdo corazón
llorando tu nombre al árbol.
La prisa nos duele ahora,
que no se juntan los labios
en un sendero escondido;
ni se cantan a la luna
ni se disfrazan salvajes,
de cazadores y presas.
La prisa,
es un verano travieso
que bebe con desgana
en frágiles recipientes.
La prisa se aferra
al fondo de mi maleta
cuando me acerco a tu casa.
es la sequedad de un vaso
con su ceguera de insomnios.
El naufragio a tu encuentro
posado en un anillo de saturno
que aún retiene el invierno.
La mano que se hizo torpe
y traza un burdo corazón
llorando tu nombre al árbol.
La prisa nos duele ahora,
que no se juntan los labios
en un sendero escondido;
ni se cantan a la luna
ni se disfrazan salvajes,
de cazadores y presas.
La prisa,
es un verano travieso
que bebe con desgana
en frágiles recipientes.
La prisa se aferra
al fondo de mi maleta
cuando me acerco a tu casa.
miércoles, 20 de julio de 2011
Bostezo
Persigo la voz en otras lluvias,
tan débiles y escasas,
como gotas de polvo
en mudas gargantas.
Son lluvias aclaradas
con el soluble e insípido vacío,
que ni ensucia ni limpia
mi decolorada camisa.
Son la negación de la doctrina
en un alma enamorada.
Son la nada perseguida
por cien tiernas nubecitas;
que las convocan balando,
con la misma nadería,
con que repta este bostezo.
tan débiles y escasas,
como gotas de polvo
en mudas gargantas.
Son lluvias aclaradas
con el soluble e insípido vacío,
que ni ensucia ni limpia
mi decolorada camisa.
Son la negación de la doctrina
en un alma enamorada.
Son la nada perseguida
por cien tiernas nubecitas;
que las convocan balando,
con la misma nadería,
con que repta este bostezo.
jueves, 7 de julio de 2011
La dulce espera (Sirena)
Al acecho desde siempre,
lanzo mis peces de colores
para perseguir tu rastro
en aceras cargadas de relojes.
Y atemorizo el tiempo
con mi fusil de flores
y una rama de laureles
deshojados en su vientre.
Tantos caminos
que no puedo recordar
desde cuando estás,
ni aquel momento
que enfundé mi garganta
en el verbo
que lleva en su filo la palabra:
-Amando-
Detengo el polvo
y amplifico el silencio
en escucha de ti,
de tu ramaje
escamoso y plateado.
Anhelar tu sombra,
es amar tu vestido de sirena;
es sentirme el elegido
entre todos los hombres.
Delicada con este sonido
que se adueña bajo la piel,
-Cóncava-
Detrás de mi boca
me sabes agridulce,
-Las lágrimas de un sueño-
y como el almíbar
sobre un pan de nubes.
lanzo mis peces de colores
para perseguir tu rastro
en aceras cargadas de relojes.
Y atemorizo el tiempo
con mi fusil de flores
y una rama de laureles
deshojados en su vientre.
Tantos caminos
que no puedo recordar
desde cuando estás,
ni aquel momento
que enfundé mi garganta
en el verbo
que lleva en su filo la palabra:
-Amando-
Detengo el polvo
y amplifico el silencio
en escucha de ti,
de tu ramaje
escamoso y plateado.
Anhelar tu sombra,
es amar tu vestido de sirena;
es sentirme el elegido
entre todos los hombres.
Delicada con este sonido
que se adueña bajo la piel,
-Cóncava-
Detrás de mi boca
me sabes agridulce,
-Las lágrimas de un sueño-
y como el almíbar
sobre un pan de nubes.
lunes, 4 de julio de 2011
Te faltará el tiempo
Hemos roto ya el amarre
del descuidado azar que nos faltaba
hasta posar nuestras aves en este mar
tan casual y complejo.
Pero es seguro
que te faltará el tiempo
para que conozcas palmo a palmo
mi armadura y su esqueleto.
Que llegues a sentir como te anidas
en mis manos y en lo más profundo
de este inútil todo que habita conmigo
debajo de mi piel y de mis huesos.
Tal vez yo lo tuve,
y podré decir que lo derroché a raudales
por sudar salarios y ahuyentarte enjambres.
Sé -aunque multiplique mis latidos-
que no te bañaras en todas las cascadas
de mis redes de océanos sanguíneos,
y no podrás leer el mensaje en sus corales
con las únicas vocales de tu nombre
ni descubrir con el pionero asombro
cómo se difrazan de tu imagen
sus orillas.
Y al fín, te faltará el tiempo cuando el fuego
me reclame desde hervor hasta cenizas.
Lloraré cada minúsculo átomo
que se quede sin ser acariciado.
Allí donde nunca me llegue a saludar
tu tiempo.
del descuidado azar que nos faltaba
hasta posar nuestras aves en este mar
tan casual y complejo.
Pero es seguro
que te faltará el tiempo
para que conozcas palmo a palmo
mi armadura y su esqueleto.
Que llegues a sentir como te anidas
en mis manos y en lo más profundo
de este inútil todo que habita conmigo
debajo de mi piel y de mis huesos.
Tal vez yo lo tuve,
y podré decir que lo derroché a raudales
por sudar salarios y ahuyentarte enjambres.
Sé -aunque multiplique mis latidos-
que no te bañaras en todas las cascadas
de mis redes de océanos sanguíneos,
y no podrás leer el mensaje en sus corales
con las únicas vocales de tu nombre
ni descubrir con el pionero asombro
cómo se difrazan de tu imagen
sus orillas.
Y al fín, te faltará el tiempo cuando el fuego
me reclame desde hervor hasta cenizas.
Lloraré cada minúsculo átomo
que se quede sin ser acariciado.
Allí donde nunca me llegue a saludar
tu tiempo.
viernes, 1 de julio de 2011
Prisiones
Me cubro con las extremas sombras
que se alargan por la sala,
y la rayada luz que se acampa
entre mis pies y mi ventana.
Contemplo el cadalso
y su teñido en rojo;
la cascada de esparto
que se burla allí afuera
danzando con la brisa.
Y la prisa galopando
mientras se columpia
una mirada apática
por sus doce espadas.
Alguien me lanza una llave
y suplica que me escape,
pero no me regala un camino,
ni un jardín que lo acompañe
ni un perro que me ladre
ni la mano que sustente mi hombro,
y a ti,
te aparte al olvido.
Me quedo en esta hiedra
y espero hasta el mediodía
para entregarme dócil al deseo
de engañar a los demonios
que te esconden en mi cráneo.
Todo era murmullo antes,
después ya tumbado
en un rojo clavel de lino,
tengo la voz con dos puertas
y se escapa a la pregunta:
¿Estará ella aún despierta?
Intenté ser libre
pero sigo aquí enjaulado
mientras se ate y respire,
con el pulmón y los lazos
de mi mortaja de espinos.
Y ahora, aquel murmullo,
es ya un torrente de ruidos.
que se alargan por la sala,
y la rayada luz que se acampa
entre mis pies y mi ventana.
Contemplo el cadalso
y su teñido en rojo;
la cascada de esparto
que se burla allí afuera
danzando con la brisa.
Y la prisa galopando
mientras se columpia
una mirada apática
por sus doce espadas.
Alguien me lanza una llave
y suplica que me escape,
pero no me regala un camino,
ni un jardín que lo acompañe
ni un perro que me ladre
ni la mano que sustente mi hombro,
y a ti,
te aparte al olvido.
Me quedo en esta hiedra
y espero hasta el mediodía
para entregarme dócil al deseo
de engañar a los demonios
que te esconden en mi cráneo.
Todo era murmullo antes,
después ya tumbado
en un rojo clavel de lino,
tengo la voz con dos puertas
y se escapa a la pregunta:
¿Estará ella aún despierta?
Intenté ser libre
pero sigo aquí enjaulado
mientras se ate y respire,
con el pulmón y los lazos
de mi mortaja de espinos.
Y ahora, aquel murmullo,
es ya un torrente de ruidos.
miércoles, 29 de junio de 2011
Apremio
Somos murmullos alados,
inexplorados planetas
ciegos y libres.
Gravedades que se buscan
sin remedio.
Amamos la pulcritud que tiene esta distancia
que nos une las mareas con sus lunas.
Arenales que no erosionan las bocas
con rúbricas de saladas cicatrices.
Y aprendimos a escribir de mares limpios
de latidos cubiertos con silencios.
Sabemos de la calma de pasiones
y de lo asexual que ostenta lo escondido.
Pero, cada insomne noche yo te busco
en la orilla más sedienta de tu casa
y con la piel brillante tu me besas
en mi náufrago cristal y en su mensaje.
Y vocifero tu fiebre
en cada uno de mis sueños
y me incendias con palabras,
en este gélido verano.
Queremos escapar de rectas singladuras
Inmáculos y desnudos,
pero nos dejaremos vencer en esta playa,
que aún no sabe de las huellas.
Tenemos el ineludible apremio
de arrojar las alas en la mar vencida
y fundir nuestros cuerpos mutilados
en la misma orilla y sobre la misma estela.
viernes, 24 de junio de 2011
Epitafio
Solo así
es como debes recordarme;
lleno de voz entre las manos
y luciendo algún poema
en la garganta.
Amando lo cercano
de tus pies en movimiento
y dando libertades a los vientos
para que aprendan a besarte con descaro.
Desoyendo los destinos elegidos
y calzándome con ese andarín aliento
que me ayude a desnudarte de libranzas.
Y solo así,
nos perdurará el tiempo
con el reloj de arena
que nos deje su epitafio:
No sucumba tu vuelo ni mi rama,
ni un fortín desnutrido por olvidos,
porque ambos decidimos
hacernos carne en el camino,
con la volátil jaula de un poeta
que pudo dar su amor a quien le ama.
es como debes recordarme;
lleno de voz entre las manos
y luciendo algún poema
en la garganta.
Amando lo cercano
de tus pies en movimiento
y dando libertades a los vientos
para que aprendan a besarte con descaro.
Desoyendo los destinos elegidos
y calzándome con ese andarín aliento
que me ayude a desnudarte de libranzas.
Y solo así,
nos perdurará el tiempo
con el reloj de arena
que nos deje su epitafio:
No sucumba tu vuelo ni mi rama,
ni un fortín desnutrido por olvidos,
porque ambos decidimos
hacernos carne en el camino,
con la volátil jaula de un poeta
que pudo dar su amor a quien le ama.
sábado, 18 de junio de 2011
Nuestra chistera
Allí dentro,
cualquier océano
parece una gota de rocío.
Todo cabe tan sobrado
dentro de nuestra chistera;
en ese abismo claro
donde gravita la magia
contigo inmersa.
Me sigues hoy
entre las montañas
de juguetes
de cuando era pequeño.
Y después me cruzaré
con el primer beso
corriendo tras tu sombra
Entre los geranios,
la tempranera caricia
me saluda con las manos,
firmes y honestas.
Nos cae la lluvia arcoiris
y rebosa las acequias con su aventura,
mientras tomamos el té
sin sombrereros ni locos.
Cuando te conjure
hacia las butacas
en uno de nuestros bolos,
te disfrazarás de flor,
y entre el polvo en fumarola,
volarás con la primera sonrisa
que nos aplauda.
Dentro,
eres el misterio.
Fuera,
una flor nube que vuela
y les desvela al oido
algunos de los secretos
de nuestra magia.
cualquier océano
parece una gota de rocío.
Todo cabe tan sobrado
dentro de nuestra chistera;
en ese abismo claro
donde gravita la magia
contigo inmersa.
Me sigues hoy
entre las montañas
de juguetes
de cuando era pequeño.
Y después me cruzaré
con el primer beso
corriendo tras tu sombra
Entre los geranios,
la tempranera caricia
me saluda con las manos,
firmes y honestas.
Nos cae la lluvia arcoiris
y rebosa las acequias con su aventura,
mientras tomamos el té
sin sombrereros ni locos.
Cuando te conjure
hacia las butacas
en uno de nuestros bolos,
te disfrazarás de flor,
y entre el polvo en fumarola,
volarás con la primera sonrisa
que nos aplauda.
Dentro,
eres el misterio.
Fuera,
una flor nube que vuela
y les desvela al oido
algunos de los secretos
de nuestra magia.
viernes, 17 de junio de 2011
A la deriva
Soy solo una nota
a la deriva:
El cuerpo y el corazón
se colaron por la valla del descampado.
Les gustó la anarquía de sus hierbas,
desnudas y asilvestradas,
en un jardín salvaje, sin luz ni asfaltado,
y mirar con desprecio los tiestos de las casas.
Ahora solo buscan dormitar
con una amapola de alargado tallo.
Tal vez por que soy la mujer
y siempre les recuerdo las prisiones
que nos enseñaron nuestros padres.
Tal vez por ello,
me lanzaron en medio de la mar,
en una botella.
Me alejaron de su vista
y ahora yo, me educo sola.
Si tu me encuentras,
llévame con ellos a ese descampado,
acaso, me enseñen a correr
detrás de la amapola de rojos cabellos.
No quiero quedarme sola entre las olas.
No quiero perderme para siempre
sin mis dos hermanos.
Firmado: La Cabeza
jueves, 16 de junio de 2011
¿Donde quedó?
Este silencio,
secuestra a mi gato de angora
y tus retratos de madreselvas
se borran de las paredes.
Nada me ronronea el tacto
Nada levanta esta mirada
con tu perfume de lunas.
Este silencio me deja
mirando las musarañas
y afilándome la lengua
con un canto rodado,
que entró sin permiso
por algún agujero.
Este silencio es tan duro
y tan vacío.
¿Donde quedó el viento?
¿Y aquella mesa con velas?
Escribo en raíles de humo,
y la pluma se me ha roto
(tantas veces)
con sus gritos de tachones.
No quiero olvidar
que se escuchaba entonces
desde el cristal laminado
de la ventana.
Acaso,
yo solo te miraba a ti,
recogiéndome flores
por los tejados,
mientras maullabas
mi nombre.
miércoles, 15 de junio de 2011
Amaneceres estancados
Este acertijo es tan indigesto
como desayunar asteroides
mojados en el rocío estancado.
Duele cada despertar
que nos llueva con tu voz
y su reseco estiercol.
Fuiste un superviviente
con la piel de una serpiente calva.
Aprendiste a mover la cola
para un sigiloso amo,
(que no conocías)
pero no dejaste de maldecir tu camada.
Tu ceguera
nos robó siempre la sangre.
Estúpida invidencia
de aquel que quiere
abollar el viento con pedradas.
Alguien se esmeró
en regalarte un oficio,
si, un trabajo de juglar,
y te quedaste afónico
de tanto cantarnos que el mar
es un vientre con petróleo,
que cubre su piel de aceite
con mondas de patata.
Te convertiste en un perro
y olías sumiso cada culo,
cada meada esquina
de aquellos que nos mordieron.
Yo te llamaba tragafuegos
con cubiertos de hojalata,
cuando relamías el cuenco
con que se alimentaba
tu anoréxica neurona.
Te hiciste moroso en afectos,
nunca nos quisiste vestidos
con zapatillas de andar por casa.
Y seguiremos pagando esta deuda,
cada mañana que venga impregnada
con el olor de tu camisa.
como desayunar asteroides
mojados en el rocío estancado.
Duele cada despertar
que nos llueva con tu voz
y su reseco estiercol.
Fuiste un superviviente
con la piel de una serpiente calva.
Aprendiste a mover la cola
para un sigiloso amo,
(que no conocías)
pero no dejaste de maldecir tu camada.
Tu ceguera
nos robó siempre la sangre.
Estúpida invidencia
de aquel que quiere
abollar el viento con pedradas.
Alguien se esmeró
en regalarte un oficio,
si, un trabajo de juglar,
y te quedaste afónico
de tanto cantarnos que el mar
es un vientre con petróleo,
que cubre su piel de aceite
con mondas de patata.
Te convertiste en un perro
y olías sumiso cada culo,
cada meada esquina
de aquellos que nos mordieron.
Yo te llamaba tragafuegos
con cubiertos de hojalata,
cuando relamías el cuenco
con que se alimentaba
tu anoréxica neurona.
Te hiciste moroso en afectos,
nunca nos quisiste vestidos
con zapatillas de andar por casa.
Y seguiremos pagando esta deuda,
cada mañana que venga impregnada
con el olor de tu camisa.
lunes, 13 de junio de 2011
Tu impecable sonrisa
Se de ese hambre
que revolotea
junto a las mariposas
que viven en mi vientre.
Pero yo te seguiré amando.
Me escondo y espero
en un hueco de distancia,
mi silencio
y un enigma por tu rostro.
A veces,
rompo tu coraza de neblina
y destapo esa mirada
que vuela para otro lado
evitándome los ojos.
Se lo que siente el ser despojado
del único cabello
que le oculta
de sus manos tan vacías.
Yo me haré un traje con tu nada.
Si, merece la pena
fabricar sonidos
si son como tu voz descalza,
o como este miedo mío
a deshojarme el alma
entre palabras.
Volveré a buscar
un tropiezo en tu latido,
cuando bebas del poema
con mi jadeo en suspenso.
Y yo, también se de lo baldío,
de aquella siembra
que no recogerá nunca
cosecha alguna.
Aun así, yo siempre te seguiré sembrando.
Y en el próximo misterio
como debajo de una fuente,
me bañaré de nuevo
en tu impecable sonrisa.
que revolotea
junto a las mariposas
que viven en mi vientre.
Pero yo te seguiré amando.
Me escondo y espero
en un hueco de distancia,
mi silencio
y un enigma por tu rostro.
A veces,
rompo tu coraza de neblina
y destapo esa mirada
que vuela para otro lado
evitándome los ojos.
Se lo que siente el ser despojado
del único cabello
que le oculta
de sus manos tan vacías.
Yo me haré un traje con tu nada.
Si, merece la pena
fabricar sonidos
si son como tu voz descalza,
o como este miedo mío
a deshojarme el alma
entre palabras.
Volveré a buscar
un tropiezo en tu latido,
cuando bebas del poema
con mi jadeo en suspenso.
Y yo, también se de lo baldío,
de aquella siembra
que no recogerá nunca
cosecha alguna.
Aun así, yo siempre te seguiré sembrando.
Y en el próximo misterio
como debajo de una fuente,
me bañaré de nuevo
en tu impecable sonrisa.
sábado, 11 de junio de 2011
Tú, si que sabes hablar con Ella (La Musa)
"Para aquellos que tanto admiro, admirables seres perfectos, Musa hablantes iluminados que no son lámparas por los watios con que nos iluminan sino por los ampedos – perdón amperios- con que se proyectan. Para ellos y sus curativos proyectiles, tan bien digeridos y tan orgánicos.... hoy les brindo mi poema con todo el cariño del mundo. .........."
Y
tú,
si
que
sabes
hablar
con Ella,
con la Musa....................................
Que suerte la tuya escritor ilustrado,
no haces cola para hablar con tu Musa,
se te revela un solo instante, en el estrado.
Hoy, en el primer empuje de la amanecida,
has sido tocado por su mano y con su Don.
Corre, no se te manche el níveo pantalón.
Corre, corre, que ella ya llega enseguida.
Corre ya, galopa, que no vas a llegar
a su gloriosa cadena hacerla sonar.
Corre, que Ella viene sin medida.
Corre, que no se te pegue detrás.
“....Y sepan los hombres de buen corazón, que de entre todos ellos..... alguno yo conozco, cuya última gotita nunca empapa su pantalón (cae en pernera ajena)”
De un poeta comprometido con el planeta
AMÉN
tú,
si
que
sabes
hablar
con Ella,
con la Musa....................................
Que suerte la tuya escritor ilustrado,
no haces cola para hablar con tu Musa,
se te revela un solo instante, en el estrado.
Hoy, en el primer empuje de la amanecida,
has sido tocado por su mano y con su Don.
Corre, no se te manche el níveo pantalón.
Corre, corre, que ella ya llega enseguida.
Corre ya, galopa, que no vas a llegar
a su gloriosa cadena hacerla sonar.
Corre, que Ella viene sin medida.
Corre, que no se te pegue detrás.
“....Y sepan los hombres de buen corazón, que de entre todos ellos..... alguno yo conozco, cuya última gotita nunca empapa su pantalón (cae en pernera ajena)”
De un poeta comprometido con el planeta
AMÉN
jueves, 9 de junio de 2011
Hubo un tiempo
Hubo un tiempo
que acariciaba el aire
si venía tiznado de saliva
y la sangre de las piedras
fué el veneno de mis manos
para librar puñaladas.
Hubo un tiempo
que amaba con desprecio.
A veces te recuerdo
cuando era combatiente.
Profanaba cada noche
la claridad de tus ojos
y una luz en las aldeas
ardía bajo mis pasos.
Hubo un tiempo
que no rezaba en las derrotas.
Las fraguas no licuaron
lo que sobrevive de fiereza
entre mis piernas.
Y cubierto en celofanes
te mostraba las heridas
para beber de mi rastro.
Hubo un tiempo,
que aún luchaba en cada guerra.
miércoles, 8 de junio de 2011
Intempestades
El tiempo,
reminiscencia azul.
Helado con sabor agridulce.
Tan quebradizo,
que no despeina el flequillo del niño,
rectilíneo sobre su ceja.
Un amarre
que estira la pupila inerte y fría
hacia la esquina vacía de una mesa.
Y nunca camina,
sigue disfrutando el mismo plato
que compartimos entonces
y hoy devoro en esta soledad
que te brindo en una lágrima.
El mismo color.
El mismo aroma.
Y una silla vacía.
Lloran los mismos recuerdos
y alguno más
que voy sumando en una arqueta,
preñando la memoria
con un duelo recóndito y privado.
Tan íntimo,
que jamás se me escapa
de esta cárcel de sueños
donde estoy sepultado.
Nunca me abandona,
se va colgando en las costillas
y me hacina con diamantes y con rocas.
Todo lo que fué y aquello que se quedó en deseo
sobre la visagra de tus ojos.
El tiempo hoy me vence
en una esquina con penumbra,
requisado en mi mirada intempesta.
reminiscencia azul.
Helado con sabor agridulce.
Tan quebradizo,
que no despeina el flequillo del niño,
rectilíneo sobre su ceja.
Un amarre
que estira la pupila inerte y fría
hacia la esquina vacía de una mesa.
Y nunca camina,
sigue disfrutando el mismo plato
que compartimos entonces
y hoy devoro en esta soledad
que te brindo en una lágrima.
El mismo color.
El mismo aroma.
Y una silla vacía.
Lloran los mismos recuerdos
y alguno más
que voy sumando en una arqueta,
preñando la memoria
con un duelo recóndito y privado.
Tan íntimo,
que jamás se me escapa
de esta cárcel de sueños
donde estoy sepultado.
Nunca me abandona,
se va colgando en las costillas
y me hacina con diamantes y con rocas.
Todo lo que fué y aquello que se quedó en deseo
sobre la visagra de tus ojos.
El tiempo hoy me vence
en una esquina con penumbra,
requisado en mi mirada intempesta.
lunes, 6 de junio de 2011
Otro poema estéril
He apoyado este poema
en un atril tan trasparente
como el lenguaje que lo empuja.
Lo estiro firme con la mano,
la misma que después de hacerlo credo
traicionará como ovillo en la basura.
Te has perfumado el corazón,
para poder escuchar sin la voz
esta confesión que no sabe de versos.
Y tras una proclama de lo cierto,
nos urge mutarla en alimento
de unos labios desgranándose en tu boca.
Se queda mi sonrisa sin su deuda,
el destello en el foro de tu duda
y comemos tras la hambruna de la espera.
Y me sigue temblando la garganta
en lo alto del atril donde sucumbe
un poema de amor, que no debió ser escrito nunca.
miércoles, 1 de junio de 2011
Nuevo mensaje de texto
Tal vez te lo creas,
que me tienes cercado
y masticas despacio
lo dulce y lo amargo,
mi carne y su verso.
Aqui tú me inventas.
Un hombre tallado en mitad de un recuadro
inanimado.
Y tengo la voz, la boca y los brazos.
No busques por allí
la textura de mi mano.
Mi mano es gestera y algo vergonzosa
Y cuando ama, se precipita
y sube tres grados en su valentía.
No busques por allí,
el fondo de mi vaso
La mueca de mi cara
con gesto emocionado
o en el grito de guerra.
O cuando te mira a los ojos y se cuela en esa idea
que tú te reservas.
¿Quieres más de mí? , ¿Solo este semblante?
Te lo estás perdiendo,
en esta falacia binaria
pierdes mi momento,
mi dura vehemencia
y mi osadía.
No se cosecha, en tu estéril recinto,
ni mi olor ni mis besos.
martes, 31 de mayo de 2011
Andar sin ascuas
Una puerta me recuerda la rutina
con su codazo seco,
un sordo bramido tras mi espalda,
me empuja con tu huella de rescoldo
caminando de costado hacia la vida.
Amanece en su rumor,
el sencillo acontecer de la mañana
con olores a labriegos de baldíos.
Me disuelvo entre sus caras,
espejos de grises hieratismos.
Canto en el repique de esta danza,
y con un paso cambiado, me sonrío.
Yo te llevo escondida en una cesta
cubierta por cálidos rubíes.
Te quisiera hoy, tal como me quieres,
directa en el soplo de las sienes,
y diestra con el sable del cobijo.
Y me enderezas como al viento,
dibujando en mi vuelo algún susurro
si te busca el gorrión de mi mirada.
A veces si lo pienso en el recuerdo
en este rutinario espacio entre vacíos,
temo a la huída de tu mano tantas horas.
Es mi miedo.
Si pienso que tus brasas se me apagan
en mitad de la nada de un camino
y pierdo mi capacho con tus señas,
cantando en el regreso a tu ardentía.
con su codazo seco,
un sordo bramido tras mi espalda,
me empuja con tu huella de rescoldo
caminando de costado hacia la vida.
Amanece en su rumor,
el sencillo acontecer de la mañana
con olores a labriegos de baldíos.
Me disuelvo entre sus caras,
espejos de grises hieratismos.
Canto en el repique de esta danza,
y con un paso cambiado, me sonrío.
Yo te llevo escondida en una cesta
cubierta por cálidos rubíes.
Te quisiera hoy, tal como me quieres,
directa en el soplo de las sienes,
y diestra con el sable del cobijo.
Y me enderezas como al viento,
dibujando en mi vuelo algún susurro
si te busca el gorrión de mi mirada.
A veces si lo pienso en el recuerdo
en este rutinario espacio entre vacíos,
temo a la huída de tu mano tantas horas.
Es mi miedo.
Si pienso que tus brasas se me apagan
en mitad de la nada de un camino
y pierdo mi capacho con tus señas,
cantando en el regreso a tu ardentía.
domingo, 29 de mayo de 2011
Soledades
Hablo de soledades
cuando me agito el alma
y espero que la descorches.
Sirvo la encarnada lluvia
en dos copas de Murano
y te lleno mi voz a tragos.
Miras con ausencia
al recoger los pedazos
de quien se hizo boca
para estrellar su botella
en la pared equivocada.
Suena tu eco en el envase,
intacto y vacío
y sonrío si preguntas:
¿Por qué somos viscerales?
Después,
secas las escamas
con los calcinados versos
y la muda incomprensión.
miércoles, 25 de mayo de 2011
Y no dejo de morir
Vivo muriendo
en el sigiloso suelo ya desnudo,
pero aún se elevan los cristales
con el soleado polen de tus labios,
tan fugaces brillando por mi boca
Y me entierro en los confines
Para escucharte
Para morir en tu voz
Para no dejar de afinar
Para no dejar de morir
No abandono mi plato en humedades
si aun retiene el caldo de tu cuerpo,
ese mar tan azul y pronunciado
desde el espacio inerte de mis ojos
Y en un papel amarillo satinado
Para mirarte
Para morir en tu sueño
Para no dejar de observar
Para no dejar de morir
Me desdoblo el pecho
abonando flores en tu vientre
para saciarme en el festín
de la fosa en que te rezo
Y arranco vetas de diamantes
Para minarte
Para descubrir tus misterios
Para no dejar de escavar
Para no dejar de morir
Amándote .....
domingo, 22 de mayo de 2011
La calle se dibuja
La fuerza de mi mano
se desvanece.
El viento la vence
y la paz me llega
implorando su collar
para escapar de casa.
Se me cobija la sombra
con toda su negrura
buscando otros contagios
que liberen cautiverios.
Y corre clara y enamorada
detrás de voces limpias
con sus blancos pinceles.
Anónimos,
se juntaron nuestros ecos
y clamamos dignidades
por las calles hambrientas.
Amigos de las palabras
con que se encalan los sueños.
Y al fin,
la calle repleta y dibujada
con nuestras blancas sombras
libres y hermanadas.
martes, 17 de mayo de 2011
Tan distinta y lejana
Me basta tan solo con sentirme
en el borde curvilíneo de tu pena
para palpar toda la inmensidad
del migratorio vuelo hacia la nada.
En la oscuridad de no tenerte
la lluvia te reclama en lo sencillo,
en la boca de un golpe de deseo
sin el estallido del verbo que lo ate.
Soy tan fiel a tu impresencia
que rearmo ya mis sienes
para detenerte en los sudores
que me brotan al galope del costado.
Se encarna en amapolas mi camisa
con los hilos dorados de tus ojos
y desangras serena la impaciencia
que consume tu tañido en mi oratorio.
Tan distinta en esta oscuridad,
sin el rumor de tu mar en mi ventana
y con la extrema vocación de este suspiro
a sumergirse en tu huracán y a regresarte.
Me vences durmiendo muy lejana
en el infértil alimento verdiseco,
como venció a mi pulso este poema
que sin saberte, nació en tu simetría
de vidrio emancipado y tan ajeno al resto.
sábado, 14 de mayo de 2011
Componiendo
Quiero hablar de métricas,
de lo bien que suenan
las corcheas en tu espalda,
las fusas, semifusas
afinadas con los labios.
El sonido en mi garganta,
el fagot de un tenor asustado
que imita tu voz ante el espejo.
Y la tuya evidencia la risa
y el llanto y el grito
y el deseo bañado en caricias.
¿Es ya de madrugada?
Si, todo es advenimiento y sinfonía,
ya amanece sin sed de alba.
Nos afanamos en entender este momento
y creo,
que no sabemos de lenguas tan antiguas
y no podremos siquiera traducirlas.
Porque no hay,
un acorde inmortal en las gramolas
y llevamos la armonía entre manojos.
Aún
no se despiden los pañuelos
desde la cima de tus rizos,
no hay puerto, ni anden
ni embarcadero
donde me alcen de puntillas
para alejarme de tus sueños.
Y es que hoy,
me siento el gran compositor
que estrena el canto de tu lecho
acariciando cada una de las teclas
de tu rendido cuerpo.
Mírame,
me vierto al infierno de cabeza
y ya no hay perdón que me importe.
jueves, 12 de mayo de 2011
Imágenes
Y aprieto los labios
en la superficie más rugosa
del secreto.
Sólo veo luz y emociones
que llaman por su nombre
cada estrella de la noche.
Y al fondo, una masa
con nieve en sus umbrales
me muerde el alma con su látigo
de claridad templada.
Y sólo hay luz,
tras las sombras de la hoguera.
Y antes de cualquier beso,
antes incluso de cualquier fondo
respira tu aliento,
para detener a todo Dios
y a todo Mundo.
Y sólo queda el movimiento
de una sigilosa lágrima,
que cae sumisa al misterio
hecho imagen.
Sonríe cada grano del enfoque,
con que acunas al recuerdo
entre tus ojos.
Y no se que decirte
cuando te debo el favor,
de permitirme llorar
ante la quietud de tanta belleza.
en la superficie más rugosa
del secreto.
Sólo veo luz y emociones
que llaman por su nombre
cada estrella de la noche.
Y al fondo, una masa
con nieve en sus umbrales
me muerde el alma con su látigo
de claridad templada.
Y sólo hay luz,
tras las sombras de la hoguera.
Y antes de cualquier beso,
antes incluso de cualquier fondo
respira tu aliento,
para detener a todo Dios
y a todo Mundo.
Y sólo queda el movimiento
de una sigilosa lágrima,
que cae sumisa al misterio
hecho imagen.
Sonríe cada grano del enfoque,
con que acunas al recuerdo
entre tus ojos.
Y no se que decirte
cuando te debo el favor,
de permitirme llorar
ante la quietud de tanta belleza.
jueves, 5 de mayo de 2011
Te regalo Abriles
martes, 3 de mayo de 2011
Me llamas barroco
Me llamas barroco
si me encadeno a tu cintura,
con palabras.
En la espera de la piel,
ayuno,
espero,
me extingo y rezo.
No te burles
de la torpeza de mi voz,
y de mi mano equivocada
si buscando tu textura
se tropieza,
dominada en un botón
de tu sonrisa.
Me miras en los nudos
y los deslías con un beso,
tan certero y humano
como el tacto de tus labios.
Ahora callas
y me pide tu mirada
que no deje de ser,
jamás,
un barroco enamorado
que desate mis cordones
en los mares de tu atlas.
domingo, 1 de mayo de 2011
Espejos rotos
Has vuelto a hacerlo,
¿Verdad?
Debes saber,
que no pienso recoger tu lluvia de cristales.
Hoy voy a permitir,
que nos hiera el frío en la ventana.
Esa que tan nerviosa ocultas
rasgada en sus añicos.
Esa que nos llueve desde el polo,
donde vive el desamor
en su mar de hielo.
Has comido de las zarzas,
boreales y asesinas,
las que ya nunca regamos.
Y aún afilas tus dientes
con sus congeladas raspas.
Pero lo debes saber,
que mis estrellas digieren las espinas en su ocaso
y ya no sangro de su lodo.
Ni lavo mis pies con su veneno.
Ni estallo.
Ni corro.
Ni lloro.
Tú lo sabes y yo lo sé.
Lo has vuelto a hacer
y a mi,
me cicatriza aún más,
nuestra compartida bóveda
con sus espejos rotos.
miércoles, 27 de abril de 2011
Mi reminiscencia es tuya
Cada mañana te debo
Mi reminiscencia azul,
sumergida en las acequias
de tus dedos.
Los restos de mi cuerpo
que aun respiran
entre las fauces del murmullo
con que te viertes al alba.
Los residuos de los barcos,
mis encallados naufragios
y mis rencores insomnes.
Mis paisajes aun vacíos
sin las curvas ni sus rectas.
Mis manos condenadas
sin el grito de su cálamo.
Y mi quietud sobre el pecho
sin su voz ni su latido.
Cada mañana mi anhelo
y desde dentro de su bostezo
tú ya te escapas.
Te debo cada día
mi espera en su verde duda,
cubierta por el sudario
con que me envuelven tus versos.
(...y desde mi prisión, te doy las gracias)
domingo, 24 de abril de 2011
Perdóname
Perdóname
por arrancarme la savia
en tu callada herida.
Por colarme sigiloso
en la curva de tu espalda
y mutarme en su llanto.
Por querer ser jardinero
y recoger los rastrojos
que otros lanzan
en el valle de tu tallo.
Pero mi cometa
no sabe de vientos
y regresa.
Regresa siempre
a besarte en la espina
que me duele.
No puedo evitar
disolverme en tu lágrima
y soñarte dentro de ella.
Perdóname por amarte
y calcinarme en tus suspiros
de papel mojado.
jueves, 21 de abril de 2011
Y... me río
Al final del río
en la gruta de larvas
incandescente y ciega,
mi boca se muere cerrada,
con sus pies hinchados
en el despertar mendigo.
Después del gruñido,
me siento el labio roto
de una pelea inacabada,
el apéndice sin luz
de un cometa,
el zapato deshilado
en un balde vacío.
Y aún así me río
mutilado en victoria.
Sin armas,
me tiembla el alma
y callo.
No te dejo mi voz
para que juegues
a llorar mi indigencia.
No quise que pasara,
fue sólo este súbito frío
culpable de la pobreza
de llevar a mi cabeza,
atada en el misterio
que asesina en mis brazos,
tu húmeda guadaña.
Tu ya lo dijiste en alto:
"Ya no te amo"
Y aún así,
muriéndome por dentro:
"Me callo y me río..."
miércoles, 20 de abril de 2011
Imagina mi deseo
Imagíname,
en lo que te debe mi boca
y en todo mi cuerpo apresado.
La voz que no ha de ser
mas allá de mi deseo.
Mírame tan solo
en ese atisbo de cordura,
antes de estrellar mis ojos
contra tus costas océanos.
Tu lluvia lo arrastra todo,
mi cuerpo en su piel mojada
sumergido por el beso.
Acaríciame tan solo
en la tensión de mi cuerpo,
antes de hechizar temblores
de mi brazo hasta mis dedos
Desnuda entre mis sienes,
un sol que llueve cenizas
en mi frágil temor al fuego.
Y escúchame tan solo
en el trueno de este intento,
antes de ahogar confesiones
por el miedo a tu sonrojo.
Atrapas el latido exacto,
que no deba alzarse a la voz
para gritar que te ama.
Tendrás que perdonarme
por todo lo que se me esconde
y no es capaz de abrazarte.
martes, 19 de abril de 2011
Aquí te espero
Mi latido que no para de guardar en cada descanso
los recuerdos...
Que suave mi espera posada en tu falda,
la necesidad serena de tus manos sin caricias.
Manos escribientes, enredaderas por alguna celosía.
Callan los gritos de la carne, se cierran sus bocas
y solo saben amar, revolcándose en la tinta.
En cualquier universo veo un viajero amante
sentado en el borde de su maleta mientras espera.
Nuestro universo tiene dos únicos caminos
que se cruzan en un paso.
He apoyado mi maleta
junto al letrero con tu nombre y te estoy esperando.
No estoy solo amor, te presiento tan cercana.
Me llega tu perfume en la brisa que levanta mi pañuelo.
Tus pies lejanos, en los ecos de algún trueno
y me llega tu sonrisa en cristales de tormentas.
No galopes, no tengas prisa, que estás muy cerca.
No tengas miedo que yo he llegado y aquí te espero,
sentado justo al filo, de la piel de mi maleta.
sábado, 16 de abril de 2011
(Entre paréntesis)
Me levanto,
y siempre tú, con la cresta en tu sonrisa, mi primer canto,
en la blanca amanecida con olor a café recién tostado
y una mancha de carmín en la camisa.
Después,
la vida puzzle me encierra en un paréntesis diario.
( ...............
Me llevo en mi sombrero,
la imperiosa necesidad de confesarte lo que siento
detrás de la anónima mirada hacia tu campo de amapolas.
Me prodigo gaviota,
buscando con las aladas bocinas que piden el paso
bajo las aguas saladas y dulces, tu beso pescado.
Me siento descalzo,
como los cobardes poetas en encorbatadas guaridas,
que encierran los misterios de sus voces hipócritas.
Me duermo despierto,
y nunca alcanzo el cielo que tu aprietas con los dedos,
desde el inmenso frutal de tus almenas.
Me robo el tiempo,
bebo las horas perdidas, intentando escalar tu castillo
y ni siquiera mis pies, se pueden mover de su foso.
Me cuelgo dormido,
en la abundancia de sueños que rodean tu cintura,
con mis bolsillos vacíos sin tu táctil latido.
Me busco perdido,
escondido en la rendija de un botón de tu blusa
descubriendo el infinito valle, que espera ser acariciado.
.................. )
Regreso.
Me acuesto en otro ocaso,
y siempre en mi mesilla, apoyado y cercano, tu beso poema,
con restos de una batalla de flores, perfumando la almohada.
Después,
nuestros labios unidos, trovando ...().... las diárias rutinas.
miércoles, 13 de abril de 2011
Sin sombra ni poemas
Tras mi ventana,
la descosida sombra,
borracha y solitaria
sin mi piel en su boca.
De sus bolsillos
se escapan los poemas.
Mi cuerpo indiferente
la mira en su abandono,
por la oscura ventana
que condena mi ojos
a velar tus huidas.
Me trago cien pastillas
de los versos placebo,
que brillen como peces
en los negros balcones.
Una lágrima se posa
en la cálida pavesa,
del último cigarro
que exhala tu nombre.
Y me dibuja tu beso
que devuelve la voz
a mi insomne locura.
Esta noche disuelta,
mi evadida sombra
duerme en las aceras.
Y escondidos
por conciliadoras antorchas,
no saldremos a buscarla.
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