jueves, 24 de marzo de 2011

Te voy descubriendo


Mientras te espero,
vivo en la indigencia del verbo,
ando tan desheredado de colores
que te dibujo ciego.
Bebo y traduzco embriagado
del libro entero que me estallas.

Me alimento
con la ruidosa comida
con que asaltas mi hambre.

No te vuelves a librarme,
de la digestión que blasfema
delante de la dosis de cemento,
si mi copa está vacía.

Y te aprendo
en el silencioso plañido
de una ofrenda heredada.
En el duermevela robado,
de una antesala ocupada
por un muerto anónimo.

En este aprendizaje vivo,
tan necesario como esperarte
como alimentarme de ti
o como descubrir en tu verso,
a no descoser la boca que te besa.
Como huir de los míos,
para recoger el corazón
que dejaste pintado y olvidado
en un pupitre ahora vacío.

Siempre le regalarás
otro paso y medio hacia delante,
a mi vertiginosa ignorancia.