Libera el tornado
si hubiera un planeta cercano
donde quepan tus pies y los míos,
y donde el cielo estrellado
sea un candil en tus manos.
Agita con rabia las olas,
y convierte el océano en nubes.
Deja que se pierda tu boca en la mía,
mas allá del sol que conocemos.
Libera la impaciencia de tocarte,
y las palomas que cubren mi pecho
me roben al fin aquel verso
que habla de mares menguantes,
aquel que se escribe con miedo,
con manos convulsas.
Liberame a tu lado
donde la vida mane del tejido generoso
de nuestras gargantas,
donde la caricia nunca se enrede
en el cabello de los cobardes,
donde ni palomas ni versos
ni oleajes.