martes, 27 de septiembre de 2011

Declaraciones

Hoy el poeta,
se aceptó hiedra y verdín,
cascada de palabras
que sueña con almenas.

Fué el ojo que se arroja
en el fondo de la mano
cosida a una margarita,
deshojada.

Y muerde con sigilo,
la respuesta estéril y vacía.

Llanto sin lluvia, ruido seco.
La matanza del verbo,
en la garganta herida
por un endeble suspiro.

Amontona latidos
en manos unidas como eco y ovillo.
Madreselvas que ocultan el musgo
y sus guijarros.

Hay un grito preciso,
para devolver su nombre
a cada una de las flores,
con versos que riegan
un plato sin sustento.

Amputada la voz
ya no queda alegato.
En su destierro
mutila las rimas con aullidos.

Hoy sólo perduran,
las sombras de las siluetas
que parecen amantes
tras alisados visillos.