jueves, 24 de febrero de 2011

Jacobina Sumisión


Te olvidaste
de cada sueño pendiente,
casi al filo de ser ejecutado.
De cada libro que cerraste
y de tu novela inacabada.

No te reconozco,
no eres tú,
alzas el puño de otro.

Ya no eres libre.
Te golpeó su bandera
y corriste a arriar la tuya
para dejarla enterrada.

Cargaste los anhelos ancestrales
y mataste a los únicos profetas
que siempre te libraban de la guerra.
Aquellos que nunca te dolieron.
Aquellos que besaban con tu venda,
las heridas de cada combatiente.

Su Biblia derramó tus mandamientos,
y aprendieron el camino hacia su casa.
El poema que sale por tu boca
es su lluvia machacona e infinita.
Ya repites en tus salmos y oraciones,
fieles copias de todos sus renglones.

Ya quedaste
desnudo ante tu foro,
oculto tras su voz
de gobernante.

Dejaste de ser tú,
solo eres,
una más de sus canciones.
Ya vi ahogarse,
tu boca en su pantano