miércoles, 30 de marzo de 2011

Volátil desaliento


Confieso que a veces
no recuerdo si te amo,
pero si se del miedo
cuando no evitamos
la mordedura de agua,
que se desliza fría
por nuestra almohada.

Nos prevalece el olvido
como pájaros sin alas,
que mueren en silencio
y se alejan sin pisadas
naúfragos de caminos.

Seguiremos juntos,
volátiles y asustados,
saboreando lo oscuro
de este gravitatorio filo,
cuando se avalance
la ponzoña peregrina
y nos libere del luto
de saber que fue mayor,
nuestro miedo que el amor.

martes, 29 de marzo de 2011

El adiós sin el verso


Tienes razones para sospechar del viento,
su marea viene apresada entre los dientes
y nos roba el necesario abrazo.
Hoy no se deja embaucar por las bocas.

El corazón no alimenta el pensamiento
y no me hincha la entraña con palabras
que te exhalen globos de suaves colores,
en este despistado cielo de despedida.
Nada eleva tus pies para evitar tropiezos
con la despiadada tierra del camino.

No dijimos nada, porque yo me encierro
en la oquedad del cabello despeinado
y en un apresurado roce en mi camisa,
que se hunde sobre el vientre acobardado
y protegido por mis hombros inmutables.

La mano se te enfría en apenas segundos
y no llega a sentarse cercana de la mía.
Mi verso,
olvidó despedirse de tí esta mañana
con el prisionero adiós,
condenado ya a lo eterno.

domingo, 27 de marzo de 2011

Alas de colibrí


El ansia a tu intangible
es tan breve y tan audaz
que es capaz,
de beber en tu hielo
y se permite masticar
rápida y fugaz,
lo que no palpo, ni escucho, ni veo,
lo que no te alcanzo,
lo que me imagino
y todo lo trasero que se esconde,
bajo la mancha ciega
de un latido de trueno.

Tan ansiosa de ti,
la descabezada lengua
perdió el habla
y no puede recitarme
los segundos ni los días,
pero me cuelgo tu tiempo
congelado,
como esa fotografía
que detiene en su vuelo,
las alas de un colibrí.

viernes, 25 de marzo de 2011

Falsedades


Como siempre,
nuestro músculo
despierta mudo.
Se ha vuelto a parar
y amanece,
sin paredes ni techos
en un espacio oscuro.

Yo busco herramientas
y te llamo a gritos.
Y acercas tu aliento
con un abrelatas.

Y como siempre
cada mañana,
te cuelgo el sol,
y tu pintas flores,
en falsas ventanas.

Jugamos
a imaginar colores
y falsificar sonidos,
a encontrar los besos
bajo las camas.

Un sol de 100 vatios
alumbra esta escena
y la hacemos nuestra.
Todo huele a nuevo
a pintura fresca.

Como siempre,
me mentiré y te mentirás,
lo sabemos,
que no somos relojeros
ni pintores ni colonos.
que ya nunca las bocas
se besarán.
Siempre lo supimos,
que nuestros latidos
funcionan con pilas
hechas en Taiwán.

jueves, 24 de marzo de 2011

Te voy descubriendo


Mientras te espero,
vivo en la indigencia del verbo,
ando tan desheredado de colores
que te dibujo ciego.
Bebo y traduzco embriagado
del libro entero que me estallas.

Me alimento
con la ruidosa comida
con que asaltas mi hambre.

No te vuelves a librarme,
de la digestión que blasfema
delante de la dosis de cemento,
si mi copa está vacía.

Y te aprendo
en el silencioso plañido
de una ofrenda heredada.
En el duermevela robado,
de una antesala ocupada
por un muerto anónimo.

En este aprendizaje vivo,
tan necesario como esperarte
como alimentarme de ti
o como descubrir en tu verso,
a no descoser la boca que te besa.
Como huir de los míos,
para recoger el corazón
que dejaste pintado y olvidado
en un pupitre ahora vacío.

Siempre le regalarás
otro paso y medio hacia delante,
a mi vertiginosa ignorancia.

martes, 22 de marzo de 2011

Escenarios


Queda la vergüenza,
esa voraz depredadora
de la que intentas huir,
pero jamás fuiste capaz.

Te cubres con su niebla
y dejas de ser el mago,
que resucita una melodía
en los silbidos de las balas
que te lanzan con desgana.

Te quedas solo,
sin escudos y sin magias.

Levanta cruel su telón
y te exhibe desnudo,
ante cualquier público
que se acerca curioso
a revolver tu camerino.

Cuando te zarandea
la anarquía de un verso,
su dura desvergüenza
te lo roba todo.

No siempre la soledad
te muerde el alma
y se entrega temerosa,
para dejarse apresar
entre unos focos,
pero tú siempre,
mueres un poco.

Hoy sientes un mordisco seco,
una lágrima por no ser otro
que aun siga mecido
en un devoto aplauso.

sábado, 19 de marzo de 2011

Cotidiano duelo


Tan sencillo
como salir de mis zapatos
y descubrirme
en un pálido gesto de hojalata.
Mirarme en los balcones
del peso enamorado que te ata.
Soy tu equipaje de cabales poliedros
que juegan incautos a ser garabatos.

No es cómodo
huir de los destinos,
ni el intento
de llorar sin tener ganas,
no salir herido
no engañar el tiempo
ni saber que me amas,
con el ansia de acercarme
a esa dósis de tu piel
cada nueva mañana.

Es como burlarme
con este cotidiano duelo,
que urgente me recuerda
la pérdida de lo que fuí
y me repite
que fuera de ti,
yo no pertenezco a nada.

jueves, 17 de marzo de 2011

Escondite


Te echo de menos
y no se quien eres.
Aún no respiro
en tu beso de luna,
pero si lo invoco
me besa un poema.
Y sin saber de tu boca,
intuyo su morada
suave en el instante,
sosteniendo mi cuerpo
colgado en su hambre.

Tal vez
retienes tu sonrisa
sobre mi hombro,
como guardo yo
en el único reloj,
la cautiva deuda
de ese breve filo
que asoma tu mirada.

Te echo de menos
porque te reconozco
en el encendido verso
y en tu voz con miedo.
Desde que supe de ti
jugamos al escondite,
y pago yo la prenda
incapaz de encontrarte.
Despierta entera ahora,
sal ya de la guarida
y condename a tocarte.

martes, 15 de marzo de 2011

La amarilla esperanza (Kiiro kibō)


En ciento ochenta segundos
se deshicieron tus pies
y un relámpago de agua
solo un instante después,
anegó tu voz y tu cuerpo.

Se ahogó tu voz
con la frágil afonía de la irónica burla
escupiendo a puñados la sal tras su rezo,
pero volverá a secarse
con el cántico
de tus ancestrales templos.

Puedo entender
que tu pupila apaisada
no empatice con el llanto,
porque nunca podrá ahogar
ningún temblor infinito
tu imperial esperanza.

Se ahogó tu cuerpo
oculto al temor de una nube de cenizas
huyendo del polvo gris de las estrellas,
pero volverá a secarse
con el cálido abrazo
de un nuevo sol naciente.

Japón, 11 de Marzo de 2.011

sábado, 12 de marzo de 2011

Nos queda el eco


El reencuentro,
en el inicio de latidos,
nos tejió en las manos
una trenza de calores conocidos
y un tímido sonrojo en la mirada.
Nos pusimos a buscar,
entre las millones de estrellas del firmamento,
aquellas que se posaron a nadar en el lago,
pero las que amamos tan azules,
no estaban ya,
se habían ahogado.

Supimos también,
que las líneas rugosas de las bocas
no eran las curvas manzanas
de dulces sabores aun recordados.
Que todo el firmamento no era verde,
que no tenía el color de nuestros labios.
Supimos de arrugas,
de melenas con colores desgastados,
y de otros rostros,
ya muertos o vivos,
descolgados en nuestras paredes,
o ni siquiera reconocidos.

Pero al fín
también ocurrió,
de nuestras bocas volaron cadencias
rojas, verdes, azules y amarillas
y bailaron jóvenes y eternas
en las cortinas de los cuerpos.
El vestigio de un compás
y los cientos de sonidos,
con los que ayer nos amamos.

jueves, 10 de marzo de 2011

Primavera


Ya abres la ventana
que bebía ayer de mi silencio.
Quedó oculta entre mi boca
y su lluvia gris de cigarrillos.
Las frías nubes me borraron
en su extremo horizonte,
aquellas invisibles flores
que tu tanto amas.

Me muerdes tímida el pecho,
primavera hospitalaria,
y el manantial abierto
riega gotas de colores,
cada invernal estancia
de mi agradecida casa.

Hoy pego en los cristales,
el aliento de tu beso
y las huellas que dejaron
tus pies mojados.
Hoy cubro mi piel
con tus azules soles.
Hoy me parece que pintas,
en mi oquedad mas negra,
una verdecálida sonrisa.

sábado, 5 de marzo de 2011

No cabe el verso


I.
No tengo la voz.
Te debo confesar,
que no tengo esa boca
con tañido de trueno,
ni la boca hinchada y cauta
que atrapa algún misterio.

Ni tengo la mano,
que sepa dibujarte
el instante único,
ese que lo llena todo
y donde no cabe el verso.

Pero te dejo el intento,
que me trae la calida marea
con que cubre hasta mis huesos,
tu inmensidad.



II.
Un día cualquiera
tan habitual como hoy,
al que puedo robarle el secreto,
que me toma lleno y mudo,
todo el Dios de tu grandeza.

Despierto a la resaca de mi prisa,
como te puedo hacer llegar
el olor que empapa tu belleza
y cada latido que te bebo ansioso,
desde cualquier hora nona
hasta el final de su par.

Me gustaría al menos,
que en esta pausa,
pudieras entrar en la sonrisa,
que sublime se rinde
atada a tus segundos.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Descorabezado


Simétrica pobreza,
la del hombre separado
en dos mitades.
La una
apresada con tu llanto.
La otra
cegada con su nada.

Mi nombre se borró
entre dos naciones.
Mis lágrimas
son solo la cascada,
de esa única mejilla
que sustenta mi cara.

En esta despedida,
te puedo susurrar
desde el vacío ahora,
el epitafio que rezaba
antes de dividirme:

- Amor...

Mi corazón
queda contigo,
atrapado en este incendio,
masticando las cenizas
de un cuerpo calcinado,
y guardián del velatorio
de tu alma enamorada.

Mi cabeza
nos abandona a los dos.
Se esconde de su resto inerte
y bebe alzeimer al estúpido consuelo,
en una estancia vacía y acolchada.
Quedará colgada para siempre
en las forjas de su celda.

Pero la memoria
se queda conmigo
y aún puede suspirar
al recordar lo que te amé,
lo que retuvo de tu amor
aquel que fue ...
un hombre entero.
Tan huérfana se queda,
sin el corazón, ni su cabeza.