martes, 29 de marzo de 2011
El adiós sin el verso
Tienes razones para sospechar del viento,
su marea viene apresada entre los dientes
y nos roba el necesario abrazo.
Hoy no se deja embaucar por las bocas.
El corazón no alimenta el pensamiento
y no me hincha la entraña con palabras
que te exhalen globos de suaves colores,
en este despistado cielo de despedida.
Nada eleva tus pies para evitar tropiezos
con la despiadada tierra del camino.
No dijimos nada, porque yo me encierro
en la oquedad del cabello despeinado
y en un apresurado roce en mi camisa,
que se hunde sobre el vientre acobardado
y protegido por mis hombros inmutables.
La mano se te enfría en apenas segundos
y no llega a sentarse cercana de la mía.
Mi verso,
olvidó despedirse de tí esta mañana
con el prisionero adiós,
condenado ya a lo eterno.
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