Duele escribir de aquello
que no es capaz de mirar
el hombre que llora en verso,
sin un grito de esperanza
ni un color de futuro.
Un poema Azul,
olas de afligida lasitud
que no llegan a estrellarse
en la lengua salada.
Un corazón a la deriva
boga por la corriente que fluye
entre los extremos del trapecio,
con su proa de lápiz,
consuelo de quienes viven
aguas abajo.
Y unos ojos sin timón,
son dos piedras lanzadas
al mismo centro del delirio
en que gravita el alma.
Al fin y al cabo,
después del amor,
el recuerdo se hace carbón
cubierto con piel de abeto,
un sepulcro atrapado
entre corales,
y el náufrago…
siempre olvida que la voz,
es el trueno que duerme
bajo el mar de esas dos estrellas,
de lapislázuli.
que no es capaz de mirar
el hombre que llora en verso,
sin un grito de esperanza
ni un color de futuro.
Un poema Azul,
olas de afligida lasitud
que no llegan a estrellarse
en la lengua salada.
Un corazón a la deriva
boga por la corriente que fluye
entre los extremos del trapecio,
con su proa de lápiz,
consuelo de quienes viven
aguas abajo.
Y unos ojos sin timón,
son dos piedras lanzadas
al mismo centro del delirio
en que gravita el alma.
Al fin y al cabo,
después del amor,
el recuerdo se hace carbón
cubierto con piel de abeto,
un sepulcro atrapado
entre corales,
y el náufrago…
siempre olvida que la voz,
es el trueno que duerme
bajo el mar de esas dos estrellas,
de lapislázuli.