jueves, 26 de enero de 2012

Indulgencias

Es porque te quiero,
que me vierto dócil
y redimo el verso que selle
cada línea del tiempo
exento de pólvora.

Y decoro la ceguera
con impolutas caricias
y urgente la libro
del verbo que grite y cincele
la primera herida.

Y remiendo palabras
suicidas de acantilados,
que amaron en estallidos
y fundieron roca y besos
para sentirse vivas.

Y porque sé que sonríes,
cuando brota de mi mano
la epicúrea ortografía
de benévolas palomas
que pudieron ser dragones.

viernes, 13 de enero de 2012

Escribana

Siempre que te leo, recuerdo tu mano
con la edad de acariciar raíces,
trenzada al colegio con otros niños
que imantan sueños y labran los patios
sobre cenizas de un ave fenix.

Hoy se zambulle en alargadas esfinges,
y enseña la honradez, redimida de guantes
que calan lágrimas en primavera.
La imagino ala, si en un tullido amanecer
dibuja labios, o uñas sobre pan mojado.

Siempre que te leo, se acerca una ola
empuñada hacia dentro, despegando
la oscura enagua que cubre el mármol.
Lloro cada palabra, o la río al horizonte,
nativa de la almadraba de tu mano.

martes, 10 de enero de 2012

Esperar a tu Abril

Esperar a tu Abril,
es hibernar los párpados,
cuando mis sueños recogen perlas,
metálicos leños y escamas de gusanos
en mallas de escarcha.

Despedir mi alergia a las humedades,
volar en una cometa sin bridas
hacia las estufas de verde propano
crepitando por escudillas de tiempo.

Repintar mis labios albinos
cansados de velarte inviernos,
llenar mi saco con versos
y con rojizas castañas.

Esculpir con musgo mi abrazo,
decorar una mesa con flores.
Es sonreir en suspiros,
la venidera eclosión de mis ojos
en el preludio a tu Primavera.

domingo, 8 de enero de 2012

Grito placebo

Quisiera gritarle
desde el vuelo del halcón,
pero reconozco el vértigo
y la afónica distancia.

Que sea solo un juego,
un vestido arrogante
y una voz agostada
de tambor sin decibelios:

Desea llegar a tu boca,
lo demás,
es coraza para anfibios.


Una voz,
con altiva desgana
me saluda en el espejo
y escucho a mi alter ego
con la toga del perplejo:

Desea resucitar tu latido,
el compás,
revolcándote en su cama.


Escuchar lo que jamás será,
como queriendo imitar
algún actor trasnochado
que mastica el fracaso:

Ella,
siempre te amará.