jueves, 26 de enero de 2012

Indulgencias

Es porque te quiero,
que me vierto dócil
y redimo el verso que selle
cada línea del tiempo
exento de pólvora.

Y decoro la ceguera
con impolutas caricias
y urgente la libro
del verbo que grite y cincele
la primera herida.

Y remiendo palabras
suicidas de acantilados,
que amaron en estallidos
y fundieron roca y besos
para sentirse vivas.

Y porque sé que sonríes,
cuando brota de mi mano
la epicúrea ortografía
de benévolas palomas
que pudieron ser dragones.

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