Soy tan estúpido,
que trasnocho en tu falda,
mientras te aliso los pliegues
con el valle de una botella.
Tan estúpido en la madrugada,
que nazco sembrando el duelo
entre lirios y claveles
y te velo en una cesta,
embalsamada,
con las vendas violadas
por tu tinta.
Estúpido,
las otras madrugadas,
las de los otros,
las de salivas cosidas
en los rostros empeñados
en abortar mis poemas
y siempre, me renacen cadáveres
sobre las vacías palmas.
Estúpido
Mientras peino mi garganta
con soda y ginebra
y maquillo el sudor de tu mueca.
Y sonrío estúpido
cuando me arranco las manos
con el manojo de llaves,
que no sabrán liberar
las aves de tu cabeza
ni las grietas de mi pecho.
Estúpido,
Y sordo y mudo y ciego,
sigo amandote con versos.