domingo, 7 de diciembre de 2014

#66

El barquero quiso llevarle,
hasta esa mancha oceánica
de su piel cruda y deshojada.
Ella, le permitió probar el llanto
y su agridulce aliento a soledad.
El, le permitió matar el recuerdo
y convertirlo en leyenda.
No hay cima sin despeñadero
ni fuente donde una sabandija
encuentre tanta sangre potable,
como en la herida enamorada
de un corazón suicida.

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