Es el aquelarre esculpido a fuego
en la comisura donde duerme mi torpeza.
Es la mitad de la barca en la que vivo,
por debajo de la luna y al roce de tu lecho.
Es un océano de granadas y de uvas,
que hunde mi timón para pensarte a voces.
Nada navega, sin peinarse de domingo en su belleza,
sin un dibujo del perfil de tu boca en su llanura,
ni esos claveles que no suelen dejar que los atrope.
Todo tiene un origen y una lágrima,
en tu boca,
creciendo entre corales, en la escuela de los besos
y antes de estrellarme, en su colina de rosales
se me corona para lanzarme un guiño de locura.
Amo de ti, esa pena que me empapa
y cuando me pide un verso de abrigo tu mirada.
Mi universo de palabras es sólo la voz de tu sonrisa.
Amo de ti lo ausente y lo que me agarra con apremio,
con la huida de Dios, de aquel que desea lo que mira.
Amo ese lunar tan escondido, tímido como el rubor
de un beso robado y tan sumiso de su instante.
Amo la verdad de tus pasos, de tu vuelo y de tus olas.
Amo tu rugido de amapolas, con la esencia de lo cierto,
que me naufraga al fin, entre sus dos dunas de arenas rojas.
en la comisura donde duerme mi torpeza.
Es la mitad de la barca en la que vivo,
por debajo de la luna y al roce de tu lecho.
Es un océano de granadas y de uvas,
que hunde mi timón para pensarte a voces.
Nada navega, sin peinarse de domingo en su belleza,
sin un dibujo del perfil de tu boca en su llanura,
ni esos claveles que no suelen dejar que los atrope.
Todo tiene un origen y una lágrima,
en tu boca,
creciendo entre corales, en la escuela de los besos
y antes de estrellarme, en su colina de rosales
se me corona para lanzarme un guiño de locura.
Amo de ti, esa pena que me empapa
y cuando me pide un verso de abrigo tu mirada.
Mi universo de palabras es sólo la voz de tu sonrisa.
Amo de ti lo ausente y lo que me agarra con apremio,
con la huida de Dios, de aquel que desea lo que mira.
Amo ese lunar tan escondido, tímido como el rubor
de un beso robado y tan sumiso de su instante.
Amo la verdad de tus pasos, de tu vuelo y de tus olas.
Amo tu rugido de amapolas, con la esencia de lo cierto,
que me naufraga al fin, entre sus dos dunas de arenas rojas.
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