jueves, 6 de enero de 2011

Sin memorias


Los relojes
ya se me escapan
de los bolsillos.
Huyen de ti y de mí,
de nuestros latidos.

Supieron alguna vez
que mi tiempo fue tuyo.
Cuando llenábamos,
las copas con versos.

Escucho...
Entre las bóvedas
de nuestros templos,
rumores de cristales
y cuerpos quebrarse.

Escurrirse sin su carne
por los vacíos dedos.
Desarmados esclavos
que dejaron de amarse.

Tu, ¿qué sueñas...
desde tu hambre?
¿Tal vez, el destierro
sin un rostro cercano,
que grite tu nombre?

Yo, me he resignado
a no perseguir desnudo,
ni a las aves migratorias
ni esos olvidados dias,
tan cargados de instantes.

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