El viento desató la soga débil
que andaba trenzada a tu silencio.
Las hojas se cayeron de mis nubes,
en este otoño oscuro y repentino.
Se muda ya mi piel y mis distancias…
cambiaron de horizontes resignadas.
Entre paños y latidos de humedales,
sembré de tibio musgo tus pisadas.
Saliste en claroscuro y sin abrigo,
le abriste el paso a un sol esperanzado.
La lluvia me salpica en las paredes
de la copa que agito y te despide.
Los pájaros tenores se marcharon,
volaron tras de ti, me abandonaron...
Me queda aún tu fruta en el aliento
y plumas de colores en la almohada.
Ya combato este frío que me abraza
regando mis fogones con rubíes.
Este otoño separó dos primaveras…
la tuya y la mía, tan lejanas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario