lunes, 3 de febrero de 2014

#49

Le midieron todo,
sus ojos , sus manos
su nariz y su lengua,
sin embargo,
se fueron sumando los pasos
sin hablar de la belleza
de la risa, del tibio aceite
de su guiño,
ni del brillo de una gota de rocío
en su cabello castaño.
-     ¿Cuánto soy? – Les preguntó
mientras sonreía con el vuelo
de una bandada de pájaros.  
-     Muy poco  - le dijeron,
mientras cruzaban con indiferencia,
su puerta.

Estar loco, le daba la confianza
para escribir distinto y
tachar todo aquello que se extiende
y se multiplica.
Las matemáticas suicidan
los meses de invierno,
pero lo finito de su afinada pluma
nunca sucumbe,
a lo eterno.

Prefiere
quedarse recogiendo los colores
de la hierba a sumar los tallos
y oír sus tintineos a dividir estrellas.
El, sabe Amar lo que se le antoja
sin mirar el precio, ni se deslumbra
con esa marca de moda,
en la etiqueta.

Es otra hoja sencilla,
otra más
que resistió al otoño
luciendo en su árbol,
con la dignidad virgen
y el vuelo hambriento.

Mientras, las hojas,
las de ellos…
Seguirán siendo sumas,
sin  saber de ese otro frío
con que se escribe en Enero.

#46

Cualquier amanecer...

Veré un perro acercarse
con trozos de mi cuerpo
entre sus dientes,
y ojos de victoria.

Cualquier amanecer…

Te dejaré poemas
con olas llenas
de restos de plástico,
cadáveres anónimos
en orillas salvajes,
sin huellas

y te mandaré abrazos,
como gotas de fuego
en tormentas de invierno,
alimento asesino
de campos hambrientos,
sin consuelo.

Mi pasajera aventura
por este teatro de mudos,
es seguir cantándote
bajo los relámpagos
de mis cotidianas auroras.
Desafinándote versos,
amándote…
Efímeras tentaciones
que morirán sin remedio.