miércoles, 19 de octubre de 2011

Lobo urbano

Aún queda pasar esta noche,
sobrevivir al filo de su espada,
en la ciudad que se retuerce
cubierta por una capa negra
de lentejuelas.
Será esta, la última
que me disfrazo de lobo,
de ir calado hasta los huesos
con las lagrimas azules de la luna.
Y será el concluyente festin
de las voraces rapaces.
Los buitres dejarán de hacer graneros
en mi pecho,
vivirán del recuerdo de mi entraña
húmeda y jugosa,
bajo pulmones opacos de obsidiana.

Todos los balcones
saciarán sus flores con mi esperma.
Beberé las estrellas y los planetas,
barra libre de locos y de poetas.

Mañana no recordaré
si mis lamentos fueron a refugiarse
a la jaula más oscura de tus senos,
o se ahogaron con un lazo,
o se hicieron arco iris,
con el desteñido envoltorio de algún regalo
que me dejé olvidado en un banco.

Mañana,
en cualquier ciudad que habites,
buscaré las esquinas donde vacías el alma
para restregar mi piel y perfumarme
con tu esencia de lo humano,
y volveré a perderte los regalos
si me descuido cazando
con mi jauría de versos
a tus gentiles palomas.