sábado, 16 de abril de 2011

(Entre paréntesis)


Me levanto,
y siempre tú, con la cresta en tu sonrisa, mi primer canto,
en la blanca amanecida con olor a café recién tostado
y una mancha de carmín en la camisa.

Después,
la vida puzzle me encierra en un paréntesis diario.

( ...............
Me llevo en mi sombrero,
la imperiosa necesidad de confesarte lo que siento
detrás de la anónima mirada hacia tu campo de amapolas.

Me prodigo gaviota,
buscando con las aladas bocinas que piden el paso
bajo las aguas saladas y dulces, tu beso pescado.

Me siento descalzo,
como los cobardes poetas en encorbatadas guaridas,
que encierran los misterios de sus voces hipócritas.

Me duermo despierto,
y nunca alcanzo el cielo que tu aprietas con los dedos,
desde el inmenso frutal de tus almenas.

Me robo el tiempo,
bebo las horas perdidas, intentando escalar tu castillo
y ni siquiera mis pies, se pueden mover de su foso.

Me cuelgo dormido,
en la abundancia de sueños que rodean tu cintura,
con mis bolsillos vacíos sin tu táctil latido.

Me busco perdido,
escondido en la rendija de un botón de tu blusa
descubriendo el infinito valle, que espera ser acariciado.

.................. )

Regreso.

Me acuesto en otro ocaso,
y siempre en mi mesilla, apoyado y cercano, tu beso poema,
con restos de una batalla de flores, perfumando la almohada.

Después,
nuestros labios unidos, trovando ...().... las diárias rutinas.