miércoles, 15 de junio de 2011

Amaneceres estancados

Este acertijo es tan indigesto
como desayunar asteroides
mojados en el rocío estancado.
Duele cada despertar
que nos llueva con tu voz
y su reseco estiercol.

Fuiste un superviviente
con la piel de una serpiente calva.
Aprendiste a mover la cola
para un sigiloso amo,
(que no conocías)
pero no dejaste de maldecir tu camada.

Tu ceguera
nos robó siempre la sangre.
Estúpida invidencia
de aquel que quiere
abollar el viento con pedradas.

Alguien se esmeró
en regalarte un oficio,
si, un trabajo de juglar,
y te quedaste afónico
de tanto cantarnos que el mar
es un vientre con petróleo,
que cubre su piel de aceite
con mondas de patata.

Te convertiste en un perro
y olías sumiso cada culo,
cada meada esquina
de aquellos que nos mordieron.

Yo te llamaba tragafuegos
con cubiertos de hojalata,
cuando relamías el cuenco
con que se alimentaba
tu anoréxica neurona.

Te hiciste moroso en afectos,
nunca nos quisiste vestidos
con zapatillas de andar por casa.
Y seguiremos pagando esta deuda,
cada mañana que venga impregnada
con el olor de tu camisa.