sábado, 2 de abril de 2011

De pecados y de lunas


Espérala de nuevo,
será ella quien te salve
de esta avidez de suicidio,
oculta y cautelosa,
tras tu quebradizo espejo.

Lanzas lágrimas desnudas
hacia su boca, fría y cosida,
que no muerde con lamentos.

Vacíate por las calles,
busca ese vino que brinde
por el despertar de las manos
y la cremación de las faltas.

El verso pide a la guadaña
que siegue y ahueque la piel
en cada diaria condena.

De noche
no eres el amante,
eres solo un déja vu
de esta puta rutina
con que besa el pecado.

Eterno,
siempre te arrepientes
y resucitas en penumbra
trasnochando con el verso.

Volverás a ser absuelto
cada mañana que estrelles,
por tu carcelera amiga,
por la silenciosa luna.