viernes, 31 de diciembre de 2010

Por caminos ciegos


Que triste naufragio al querer
ser un cazador de mariposas
que enfermó por tibios brazos,
que tú sembraste con espinas.
Remontando los ríos de lava,
al único compás de tus latidos.
Guardando por láminas de papel
las verdes briznas de hierba,
que yo pude ir recolectando
entre la comisura de tus labios.

Qué difícil ser aventurero
dejando huellas en caminos ciegos.
Sin más mapas que los imaginados
en mis noches de desvelo.
Avanzar tras las voces y risas
que escucho desde un planeta
que daba tu nombre, tu voz
y tu risa a cada parte de su todo.
Aquel paraje que robó mi corazón
y acabó parándome el latido.

Qué enlutado silencio me llevo
ahora, tan pobre y sin tesoros.
Me siento vacío, seco, ya no quiero
ser cazador ni aventurero.
Ahora soy el campesino,
en este oculto monasterio de silencios.
Pero, algo recuerdo de ti,
antes que me rescataran inconsciente
de tu bello planeta, con las lágrimas
congeladas entre los puños.

De aquella aventura que acabó
con mi conciencia sin victorias,
aún recuerdo a mi corazón volando,
al caer desde tu acantilado.
Me veo arder por los corales rojos
de tu mortal mar de magma.
Recuerdo mi muerte en tus espinas
con el veneno que sembraste,
tras confesarme ...
que jamás me amarás
y que nunca me amaste.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Respuesta...Impar


Sobrevuela una sombra
que respira por mi alcoba.
Me deshago entre balances
esta desangelada mañana.
La almohada se escombra
con cabellos de color caoba.
Y, acaricio curvos frunces,
en el tibio lado de tu cama.

Salgo despacio, busco versos.
Voy desde mi casa a caminos
cazando flores en sus veredas.
Despreciando aquellos pétalos
que cierran en par sus trinos.
Y…vuelvo cargado de repuestas
con temblores por mis yemas,
que con sus impares cadencias,
me declaran que me amas.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Una lágrima


Cierro con fuerza mis ojos
para detener a este océano,
que se empieza a dilatar
con salitre y con tormentas.
Me alejo ya en silencio
de tu espalda con estrellas.
Desnudo y descalzo
me pierdo en la sala de al lado,
a verterme sobre los labios
que aún me siguen fieles.

No voy a pensar,
en tu universo estrellado.
En las cuentas y recuentas
para hacerme con la suma,
de tus miles de luciérnagas,
que me guiñan cálidas.
Se como besa tu manto,
tan cercano de mis hombros.
Pero no supe encontrar,
mi planeta por tu vía láctea.

Solo contengo una perla
con mis débiles ojos,
que buscan ciegos los labios
que abriguen tanta soledad.
Rezo que no se vierta,
no se lleve mi alma desangrada.
¡Que infinito caudal!
para las fuerzas que tengo.
Pero cayó al fin el rocío universo
y me mató… una sola lágrima.

Solo era una pequeña
y tímida invitación a la pena.
Un pequeño cristal de zafiro
que quería escapar...
Pero detrás rugió un volcán
de dentro de mis espejos,
que impactó en mi corazón
desatando a las mareas.
Tan solo, una gota salada …
que me inundó el pecho de mar.