lunes, 23 de junio de 2014

Madre

Me prestan palabras,
que vienen a invitarte a que sonrías.

Solamente tú,
caminas triunfal por la certeza,
la verdad siempre vuela a tu regazo
al desgranar triunfos que fueron derrotas
como la belleza eterna que agrandó un tiempo
efímero robado por el paso de las horas.

Creo en ti
y no son actos de fe
el resto de creencias.

La dignidad del hombre,
que por el mismo hambre
murió mermada y digerida
con un cacillo de caldo de miseria.
La humildad tan virginal de la sabiduría
prostituida por la iletrada ironía
de los estériles soberbios.

Me prestan palabras
para hablar del amor a la grandeza,
de la infinita humanidad en tus gestos
que no serán talados ni siquiera
por el hacha infantil de mi insolencia.