sábado, 5 de marzo de 2011

No cabe el verso


I.
No tengo la voz.
Te debo confesar,
que no tengo esa boca
con tañido de trueno,
ni la boca hinchada y cauta
que atrapa algún misterio.

Ni tengo la mano,
que sepa dibujarte
el instante único,
ese que lo llena todo
y donde no cabe el verso.

Pero te dejo el intento,
que me trae la calida marea
con que cubre hasta mis huesos,
tu inmensidad.



II.
Un día cualquiera
tan habitual como hoy,
al que puedo robarle el secreto,
que me toma lleno y mudo,
todo el Dios de tu grandeza.

Despierto a la resaca de mi prisa,
como te puedo hacer llegar
el olor que empapa tu belleza
y cada latido que te bebo ansioso,
desde cualquier hora nona
hasta el final de su par.

Me gustaría al menos,
que en esta pausa,
pudieras entrar en la sonrisa,
que sublime se rinde
atada a tus segundos.

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