miércoles, 19 de octubre de 2011

Lobo urbano

Aún queda pasar esta noche,
sobrevivir al filo de su espada,
en la ciudad que se retuerce
cubierta por una capa negra
de lentejuelas.
Será esta, la última
que me disfrazo de lobo,
de ir calado hasta los huesos
con las lagrimas azules de la luna.
Y será el concluyente festin
de las voraces rapaces.
Los buitres dejarán de hacer graneros
en mi pecho,
vivirán del recuerdo de mi entraña
húmeda y jugosa,
bajo pulmones opacos de obsidiana.

Todos los balcones
saciarán sus flores con mi esperma.
Beberé las estrellas y los planetas,
barra libre de locos y de poetas.

Mañana no recordaré
si mis lamentos fueron a refugiarse
a la jaula más oscura de tus senos,
o se ahogaron con un lazo,
o se hicieron arco iris,
con el desteñido envoltorio de algún regalo
que me dejé olvidado en un banco.

Mañana,
en cualquier ciudad que habites,
buscaré las esquinas donde vacías el alma
para restregar mi piel y perfumarme
con tu esencia de lo humano,
y volveré a perderte los regalos
si me descuido cazando
con mi jauría de versos
a tus gentiles palomas.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Sueños y raices

Es solo polvo,
no sabe de preocupaciones
este cuerpo sin alas
y aunque a mis sueños
no les guste escarbar por sus arrugas,
debo recordarles que las grandes mentiras
suelen morir jóvenes, sobre papeles mojados,
se abrazan detrás de alguna esquina
para intentar perdurar a la memoria.

Y aunque mis horas ya no se vistan
con los meses de mayo;
al igual que aquellas raices
-sin manuales de siembra -
que tu me injertaste en la despedida,
mis sueños,
son expresiones vivas de lo vivo,
tímidas confesiones , entre ecuaciones
y matemáticas que florecen despacio,
y nos dejan una pequeña cepa,
quizás algo mayor que tu sonrisa,
sobre la palma de lo eterno.

lunes, 3 de octubre de 2011

Nunca fuiste niña

Cuando te me acercas, entre hierba y semilla,
mi mano recoge aquello que se cae sin peso
sobre mis hombros, y de nuevo me recuerdas,
que nunca fuiste niña.

Porque aprendiste a domar a los dragones
al tiempo que el amanecer dejó de recibirte
con otro nuevo cuento de bienvenida.

Nunca fuiste niña
porque no supieron eclosionar
tus abrazos en mariposas,
ni empañaste con cercos de chocolate
las inmaculadas mejillas de silicona
al resto de hembras de tu camada.

El destino no te hizo bailarina, ni enfermera,
te hicieron feligresa de pequeños dioses cautivos.
Plusmarquistas en sus acristaladas celdas
de algún piso treinta y seis, sala tercera,
luciendo jubilosa, el laurel en sus cabezas
si proclaman la ejecución de nuevos reos.

Descubriste en las miradas de los adultos
sus profundos lagos de cobalto
y olvidaste dar el tributo a las aceras
corriendo detrás de una muñeca.

Te enseñaron que los dientes del diablo
crecen en los valles con abscisas
y supiste evitar su mordedura
disfrazada de billete de ida y vuelta.

Solo te besaron con los aranceles
de una orquesta hueca y sin corcheas
guardada en alguna caja de zapatos.

Y solo te acunaron
los perfectos epitafios de tus libros
destronados cada Junio, al salir del internado.

martes, 27 de septiembre de 2011

Declaraciones

Hoy el poeta,
se aceptó hiedra y verdín,
cascada de palabras
que sueña con almenas.

Fué el ojo que se arroja
en el fondo de la mano
cosida a una margarita,
deshojada.

Y muerde con sigilo,
la respuesta estéril y vacía.

Llanto sin lluvia, ruido seco.
La matanza del verbo,
en la garganta herida
por un endeble suspiro.

Amontona latidos
en manos unidas como eco y ovillo.
Madreselvas que ocultan el musgo
y sus guijarros.

Hay un grito preciso,
para devolver su nombre
a cada una de las flores,
con versos que riegan
un plato sin sustento.

Amputada la voz
ya no queda alegato.
En su destierro
mutila las rimas con aullidos.

Hoy sólo perduran,
las sombras de las siluetas
que parecen amantes
tras alisados visillos.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Te respondo un claroscuro

No somos iguales
querido poeta.
Te niego mis males
y recitas rabietas
con rima asonante.

Vaya por delante,
que este blanco folio,
ni es rima olvidada
ni verso sin letras.

Es
mugre encalada.
Ave maquillada
para ser paloma
muerta y disecada,
tras ser abatida
por una neurona.

Es como la gasa
que encubre impureza,
la falsa blancura.
Ceniza en la brasa,
la nívea belleza
que oculta negrura.

Lo que fue enterrado,
mudo y maniatado.
Sábanas con sombras,
un viejo demonio,
bajo mis alfombras.

Este folio en blanco
es mi propia esencia.
Llevo mi conciencia
blindada en un banco.

Un grito en papel
que deporto lejos,
más allá de tu piel,
y de mis huesos.




AMEN