sábado, 19 de marzo de 2011

Cotidiano duelo


Tan sencillo
como salir de mis zapatos
y descubrirme
en un pálido gesto de hojalata.
Mirarme en los balcones
del peso enamorado que te ata.
Soy tu equipaje de cabales poliedros
que juegan incautos a ser garabatos.

No es cómodo
huir de los destinos,
ni el intento
de llorar sin tener ganas,
no salir herido
no engañar el tiempo
ni saber que me amas,
con el ansia de acercarme
a esa dósis de tu piel
cada nueva mañana.

Es como burlarme
con este cotidiano duelo,
que urgente me recuerda
la pérdida de lo que fuí
y me repite
que fuera de ti,
yo no pertenezco a nada.

jueves, 17 de marzo de 2011

Escondite


Te echo de menos
y no se quien eres.
Aún no respiro
en tu beso de luna,
pero si lo invoco
me besa un poema.
Y sin saber de tu boca,
intuyo su morada
suave en el instante,
sosteniendo mi cuerpo
colgado en su hambre.

Tal vez
retienes tu sonrisa
sobre mi hombro,
como guardo yo
en el único reloj,
la cautiva deuda
de ese breve filo
que asoma tu mirada.

Te echo de menos
porque te reconozco
en el encendido verso
y en tu voz con miedo.
Desde que supe de ti
jugamos al escondite,
y pago yo la prenda
incapaz de encontrarte.
Despierta entera ahora,
sal ya de la guarida
y condename a tocarte.

martes, 15 de marzo de 2011

La amarilla esperanza (Kiiro kibō)


En ciento ochenta segundos
se deshicieron tus pies
y un relámpago de agua
solo un instante después,
anegó tu voz y tu cuerpo.

Se ahogó tu voz
con la frágil afonía de la irónica burla
escupiendo a puñados la sal tras su rezo,
pero volverá a secarse
con el cántico
de tus ancestrales templos.

Puedo entender
que tu pupila apaisada
no empatice con el llanto,
porque nunca podrá ahogar
ningún temblor infinito
tu imperial esperanza.

Se ahogó tu cuerpo
oculto al temor de una nube de cenizas
huyendo del polvo gris de las estrellas,
pero volverá a secarse
con el cálido abrazo
de un nuevo sol naciente.

Japón, 11 de Marzo de 2.011

sábado, 12 de marzo de 2011

Nos queda el eco


El reencuentro,
en el inicio de latidos,
nos tejió en las manos
una trenza de calores conocidos
y un tímido sonrojo en la mirada.
Nos pusimos a buscar,
entre las millones de estrellas del firmamento,
aquellas que se posaron a nadar en el lago,
pero las que amamos tan azules,
no estaban ya,
se habían ahogado.

Supimos también,
que las líneas rugosas de las bocas
no eran las curvas manzanas
de dulces sabores aun recordados.
Que todo el firmamento no era verde,
que no tenía el color de nuestros labios.
Supimos de arrugas,
de melenas con colores desgastados,
y de otros rostros,
ya muertos o vivos,
descolgados en nuestras paredes,
o ni siquiera reconocidos.

Pero al fín
también ocurrió,
de nuestras bocas volaron cadencias
rojas, verdes, azules y amarillas
y bailaron jóvenes y eternas
en las cortinas de los cuerpos.
El vestigio de un compás
y los cientos de sonidos,
con los que ayer nos amamos.

jueves, 10 de marzo de 2011

Primavera


Ya abres la ventana
que bebía ayer de mi silencio.
Quedó oculta entre mi boca
y su lluvia gris de cigarrillos.
Las frías nubes me borraron
en su extremo horizonte,
aquellas invisibles flores
que tu tanto amas.

Me muerdes tímida el pecho,
primavera hospitalaria,
y el manantial abierto
riega gotas de colores,
cada invernal estancia
de mi agradecida casa.

Hoy pego en los cristales,
el aliento de tu beso
y las huellas que dejaron
tus pies mojados.
Hoy cubro mi piel
con tus azules soles.
Hoy me parece que pintas,
en mi oquedad mas negra,
una verdecálida sonrisa.