domingo, 21 de noviembre de 2010

Parada de Oasis


Ladrón de tus abrazos en aceite hirviendo.
De escapes con humo engrasado por curvas
y de viento con gas, sobre mi puño cerrado.
Lobo del asfalto, con el cuerpo tumbado,
sobre los mares de trigos y de amapolas.

Dejo ya mi montura de sol, por la de invierno.
Me junto con vosotros, a comer por los oasis,
a detener unos momentos, la fuga de latidos
y de fieras tormentas, llenas de adrenalina…
Paradas en batallas, por tierras de Valencia.

Vosotros que corríais a compases de mi escape,
en hileras de las luces, con banderas rectilíneas,
devorando con hambruna las nubes del camino.
Volveréis a cabalgar por las dunas de desiertos,
cuando un nuevo sol de primavera nos cobije.

Ven


Ven,
No olvides parar un instante por mi casa.
Viene polvo negro, esta noche de cenizas.
Trae contigo, tus cortinas con estrellas,
que junto a mi cascada, remansarán un lago,
donde poder limpiar al alba nuestras caras.

Ven
Que tengo preparado ya en mi mesa,
las copas con licores, los cigarros….
Invita a tus tormentas enemigas.
Riámonos de nuestras penas abrazados.
Desnudemos los muertos, para enterrarlos.

Ven.
Borracho de mil silencios de tugurios.
Siéntate conmigo y agarrate a mis manos.
Ahógate sin tabla, en oscuros océanos.
Vierte licores por cien lienzos blancos.
En negras notas con hambre de alegrías

sábado, 20 de noviembre de 2010

Solo me quedo...


Fue en ese año bisiesto, con los planetas cambiados,
cuando unos vientos de Marte, nos posó enfrentados.
Tú me miraste, sonriente y bella y me dijiste coqueta:
Vete a por flores, joyas y riquezas y luego ya regresas.
Yo volé, explorador que sueña fortunas, tan inocente…

Cayeron torrentes, que rugían lluvias por mi cabeza
y probé la dulzura, de las frescas aguas de sus bravuras.
Visité los sembrados cargados, con nenúfares mariposas
y me inundé de olores, que ya se me quedaron tatuados.
No, no pude segarle a los ríos sus flores tan bellas.
Solo me quedo con las fragancias…

Por suaves arenas de playas, en mares azulverdes y puros,
me guarde los sonidos de olas, de vientos y de gaviotas.
Dormitaban entre corales, los racimos de las uvas perlas.
Se encendió mi corazón cautivo de aquella blancura.
No, no pude arrebatarle a los mares sus níveas esferas.
Solo me quedo con los colores…

Atravesé las ardientes mesetas por las sabanas salvajes.
Dibujé con el polvo azul del desierto tu bella silueta.
En las simas oscuras brillaban, diamantes luciérnagas
que posaron en mi corazón tañidos y cantos en mi boca.
No, no pude extraerle a la tierra sus cristales sonoros.
Solo me quedo con las melodías…

Regresé después de mil años de buscarte tesoros.
Sonreía feliz al recitarte fragancias, colores y melodías.
Pero, rasgaste mis bolsillos,desgranaste mi enjuta maleta.
Ay amor… me mataste…cuando tan solo salió de tu boca:
¿Dónde dejaste las flores, los diamantes y las perlas?
Yo... me alejo entre sollozos. Tú…ni sientes…ni me amas...

Lobo estepario


Estoy cansado.
No puedo.
Me siento enfermo.
No noto tus latidos cercanos a mi pecho.
Te voy a confesar amor lo que yo siento.
Todo empezó cuando corrí a buscarte universos.

No pude agarrar mi corazón, ya se había caído.
Que fácil fue llenarme de polvo de caminos
y embarrar mis zapatos por lodazales angostos.
Salí decidido a regalarte planetas misteriosos,
pero aquel hambre voraz me dejo sin las manos.

Fue tan cruel, tan rápido, tan sin aviso.
Yo solo dejé de mirar, apenas un momento,
y se me cayó el corazón en el negro abismo.
Se perdió sin remedio, se llevó mis ojos.
Confundí mi sendero asfaltado y limpio.

Perdí los zapatos para entrar en tu casa.
Siento vergüenza de sentarme en tu mesa.
No quiero que notes mi ausencia de soles
y que me veas limpiándome las sucias manos
con los sudores torrentes que caen por mi sienes.
Ahora, estoy tan lleno de miserias,
tan pobre de ti, de tu alimento.

Me voy a sentar en la orilla, tengo frío.
Me quedé sin camisa al limpiarla en el rio.
No puedo seguir ya, aquí me quedo.
No puedo seguir.
No puedo.
Aquí me entierro...

lunes, 15 de noviembre de 2010

Mañana...si...


Ahora…
Que llevo ciegos mis labios
sin el temblor de tu besos,
ni el latido de tus dunas.
Te beso con mis dos ojos…

Que aún tengo la voz serena
mientras mido las distancias,
que matan nuestras vivencias.
Te canto en alto el poema…

Pero mañana…si…
Ya imagino que morimos,
juntándonos tibios besos
y cantando con los versos,
que nacerán al amarnos...